“Bairuzú” tiene a su alrededor mitos, leyendas, desaparición de barcos y hasta la adoración pasada de los guaraníes. Está ubicado en Misiones. Alertan que pese a la bajante histórica que afecta todo el cauce del río Paraná, se encuentra inalterable.
La bajante histórica del río Paraná afecta todo su cauce, especialmente lo referido a su fauna ictícola, navegación, y provisión de agua. Sin embargo, el famoso fenómeno ubicado cerca de Montecarlo, en la provincia de Misiones, que tiene a su alrededor mitos, leyendas, desaparición de barcos y hasta la adoración pasada de los guaraníes, se encuentra inalterable.
“El Bairuzú está como siempre. No lo afecta la falta de agua y se lo ve tan feroz como siempre”, afirmó Raúl Radtke, presidente del Club de Pesca de Montecarlo. “El río está más chico pero esa parte está igual. Se arma como una serie de tres remolinos que se van sucediendo y después el proceso vuelve a empezar”, agregó.
El Bairuzú
Bairuzú es un fenómeno que se produce en el río Paraná, un remolino peligroso, que según cuentan los pobladores se tragó hasta barcazas. La alteración sobre el río se forma cerca de la isla Caraguatay, en cercanías al puerto de la localidad de Montecarlo.
Hace un tiempo se difundió un video donde Ramón Sorondo, presidente de la Federación Misionera de Pesca y Lanzamiento (FeMiPyL), se encontraba al mando de una embarcación acompañado de Juan Ramón Riveros, un kayakista de la provincia y ambos se aproximan al famoso “Bairuzú”. “El ruido que genera el remolino se puede escuchar desde lejos, es muy impresionante y a la vez muy peligroso”, cuenta Ramón a Misiones Online.
Estacionados sobre el remolino, Sorondo menciona que están a 57 metros de profundidad, donde en el fondo del río habría embarcaciones que han sido “tragadas” por el fenómeno. Asimismo, el hombre cuenta que la profundidad siempre dependerá del caudal que tenga el río.
Bairuzú o Voiruzú es un manifestación que asombra a todos los misioneros, se denomina “Bairuzú” lugar donde se forman remolinos con las aguas que chocan entre sí, se producen turbulencias y finaliza dejando un pozo que se torna peligroso para los amantes de los deportes acuáticos.
“Si un día decidis ir al río a navegar con una embarcación chica, con alguna piragua o con un kayak, lo más conveniente es que vayas preparado, sabiendo nadar. Cuando los remolinos se unen, es muy peligroso, no sabes dónde te puede tirar, lo más que seguro que la vas a pasar mal”, manifestó Ramón Sorondo.
Antiguamente, según relató Sorondo, los aborígenes que habitaban la zona lo denominaban y aseguraban que en ese sector del río había una víbora grande que se tragaba a las embarcaciones.
En esa línea, también contó Ramón que anteriormente (había charlado con un colono que ya partió de la tierra) y que él había manifestado que el “Voiruzú” (como le decían antiguamente los aborígenes) era como un Dios para ellos, ya que todo fenómeno que no tenía explicación decidían adorarlo, así se formó un respeto hacia el torbellino.
“Los primeros guías lo conocían como el Voirusú, que era una víbora grande que se comía a las canoas, todo lo que la madre naturaleza tenía y se manifesta era exponente para ellos, lo convierten en un Dios, son mitologías que año tras año van tomando más fuerza”, dice Sorondo.
A siete metros de la orilla
Continuando con la entrevista, Sorondo explica que el primer remolino se forma a 7 metros de la orilla, el segundo remolino inicia a unos 15 metros de la costa y el otro viene desde el medio de Paraná y, cuando los 3 remolinos se unen, forman el famoso Bairusú. Además expresa que “recorre un tramo en forma circular y revienta en el agua, se pone calmo por unos minutos y nuevamente se vuelven a formarse los remolinos, es algo hermoso para ver, pero peligroso”.
“El sonido es ensordecedor, cuando revienta el agua suena como unas olas gigantescas, pero antes el sonido en la zona se podía oír desde lejos”, recuerda.
La zona sin dudas es peligrosa por sus mitos y también por los inconvenientes que generan los remolinos, pero los que viven en cercanías al río lo aprovechan, ya que en ese lugar es muy común que los pescadores saquen piezas enormes de peces.
¡Mirá el video!
Muchas historias
“Hay muchas historias de pescadores que cayeron al agua, tengo un alumno, soy profesor en una escuela de adultos, que falleció años atrás y un día en la escuela me había contado que cayó al agua mientras estaba pescado, él se pudo salvar, pero su compañero no. Son historia que quiero contar porque si no la historia desaparece”, añade Sorondo, presidente de la Federación Misionera de Pesca y Lanzamiento.
“A mí personalmente también me agarró estando en una embarcación chica, ese día no sé cómo hice pero pude salvarme, había pensado tirarme de la lancha e ir nadando hasta la costa, por suerte no tomé esa decisión y aguante con el motor que tenía” , relata.
A qué se debe el fenómeno
Por otro lado, el meteorólogo Marcelo Kusik explicó “el fenómeno se debe a la topografía del suelo en las aguas. En Misiones lo podemos ver en Montecarlo cerca de la isla Caraguatay. Al navegar por el río Paraná los pescadores lo temen mucho, deberían hacerse estudios del área”.
En cuanto a la permanencia y formación de estos remolinos sostuvo “son irregulares pero frecuentes en determinadas zonas. Por ejemplo, en los flujos de agua, en las salidas de arroyos y en ríos”, concluyó Kusik.
Fuente: El Once