Nicolás García Uriburu intervino ríos y fuentes en todo el mundo para generar conciencia ambiental.
Corría el año 1968 y en la ciudad de Venecia se realizaba la Bienal de Arte. A las 8 y después de reiterados intentos de convencer a varios gondoleros para que lo ayudaran en su objetivo, Nicolás García Uriburu (1937-2016) encontró a uno que accedió. Sin autorización previa, el artista arrojó desde una góndola una solución que se volvió verde en contacto con el agua del Gran Canal.
Acompañada por su perro salchicha, su esposa tomaba fotos documentando la acción desde un puente. El argentino fue rodeado por policías en lanchas. Las autoridades no sabían si lo que había tirado era contaminante o inflamable. Todo concluyó con el arresto del pintor, liberado tras la constatación de que el colorante era inocuo.
A lo largo y ancho del mundo
La coloración de Venecia fue la primera de muchas: entre otros lugares, coloreó el Sena de París, el East River de Nueva York y el Río de la Plata en Buenos Aires.
También tiñó los más famosos puertos y fuentes de París, Tokio, Buenos Aires, Alemania y más. Su tenacidad en pintar todo de verde hizo que en los años ’70 se conociera la tonalidad que usaba como “Verde Uriburu”. En todos los casos el color duraba pocas horas y era una solución no tóxica.
Manifiesto verde
El artista fue un activista en favor de la naturaleza que con sus acciones buscaba generar conciencia sobre la contaminación del ambiente, particularmente del agua. Su intención fue demostrar que una obra de arte podía integrarse con la naturaleza y llamar la atención de los que pasaran cerca.
Buenos Aires, 2010. El Día Mundial del Agua, el Riachuelo amaneció pintado de verde. A la altura del barrio La Boca, el pintor, desde un gomón y ayudado por activistas de Greenpeace, vertió al agua el colorante para reclamar por el saneamiento de la cuenca más contaminada de Argentina.
Fuente: Voy de Viaje