La nave estuvo décadas arrumbada en la ría de San Antonio e iba con destino a chatarra. Un trabajador la recuperó y luego de siete años de labor la transformó en espacio gastronómico. Inaugura en los próximos días.
No mucho después, y tras intensas gestiones, lograron que la firma propietaria del navío les cediera los derechos.
Lo demás fue un trabajo de hormiga. La familia se mudó a San Antonio, donde Claudia –psicóloga de profesión- tiene familiares, y Herrera comenzó en sus francos a acondicionarlo. Tuvo que retirar los motores y el resto de la maquinaria para quitarle peso, y luego moverlo unos 15 metros hasta donde se encuentra hoy.
Trasladarlo fue un triunfo, que demandó al menos nueve intentos hasta que lo lograron con una enorme grúa y un poderoso camión petrolero contratado en Cipolletti. Fueron operativos extraordinarios por sus características, a los que acudieron multitudes de vecinos.
Los años siguientes los dedicaron a convertirlo en un espacio gastronómico, no sin un severo esfuerzo económico.
Debieron perforar el grueso casco de acero para abrir puertas y ventanas. La bodega, donde estaba la sala de máquinas, es ahora un salón comedor con una decena de mesas. Mientras que en la cubierta, la parte superior de la embarcación, quedó una terraza que funcionará como un bar al aire libre. Además, tanto en babor como en estribor, construyeron decks donde también se podrá disfrutar del menú, que estará basado naturalmente en pescados y mariscos.
Se presume que será un nuevo atractivo turístico para quienes visiten la localidad atlántica, que en verano es numerosa. Es que asombra encontrarse con el imponente buque al borde de la calle, evocando a la bíblica Arca de Noé.
De hecho, es habitual que muchos de los veraneantes que pasan por el predio, vecino a una feria de artesanos siempre concurrida, se acercaran para tomarse fotografías ante tamaña curiosidad.
No pudo ser en Las Grutas
Originalmente, el proyecto consistía en instalar el barco resto-bar en la playa de Las Grutas. Habían previsto la logística del transporte y la instalación del navío entre la 6ta y la 7ma bajada, y hasta elaboraron un boceto de la obra ya concluida.
Pero hubo una férrea resistencia de vecinos por posibles daños ambientales. Entonces el matrimonio optó mudar la iniciativa a San Antonio, impulsados por el acompañamiento del anterior gobierno municipal que apoyó el emprendimiento desde el primer momento.
Fuente:LM Cipolletti