Pertenece a la legendaria saga de barcos Pagliettini botados en los años 30`. Fueron cuatro embarcaciones iguales: el “Buen Ayre”, el “Indio”, uno que se hundió y se perdió todo rastro y este “Rejucilo IV” que hoy navega por Europa.
Fue publicado en Youtube este video que muestra al “Rejucilo IV” en un travesía por las Islas Baleares en España. Quién publica el corto menciona: “comparto contigo lo que he aprendido al acompañar a la broker y surveyor de barcos clásicos Mónica Xufré www.infosernautic.com en el traslado de una lancha clásica de madera de 1939 de los astilleros argentinos Domingo Pagliettini. Mónica me ha explicado algunos detalles a tener en cuenta cuando organizas lo que se conoce como “un salto a las islas” desde la península a Baleares. Qué detalles tener en cuenta, ya que por lo que he visto viajar en un barco a vela o a motor tiene sus diferencias”.
La historia del barco
El “Rejucilo IV” nació en los tableros del legendario Astillero Pagliettini, icono en la construcción de barcos por estas latitudes. Fue el cuarto ejemplar de una saga de “cuatrillizos” que durante la década del ´30 se botaron en Tigre. Uno es el inmaculado “Buen Ayre” que navega constantemente por el delta. Otro se llama “Indio”, otro fiel exponente de esta saga que navega también por el Delta, y el otro, es un barco que se hundió y no logró trascender en el tiempo.
El alto estilo de “Rejucilo IV” es como una gran lancha de madera. En la proa lanzada se destacan los ojos de buey redondos, extremadamente clásicos y marineros. Sus 14.60 metros de eslora de madera barnizada brillan y relucen como en antaño.
El barco era doble cabina. En la popa había un camarote con cama matrimonial y un pequeño pero útil baño en suite. Ese era el diseño original del astillero.
Su anterior propietario en Argentina, decidió hacerlo lancha. Para ello le sacó la doble cabina y despejó la popa, obteniendo el actual cockpit que se transformó en uno de los sitios predilectos y más aprovechables del clásico.
El techo de la cabina central, es un techo de un camión Packard Levassor de aquellos tiempos. Cuando lo dibujó Pagliettini vio que este techo le iba perfecto al barco y ahí quedó.
Después de largas décadas navegando en el Delta del Paraná, el Río de la Plata y visitando los principales puertos del Uruguay, esta joya de madera partió para Europa, navegando en Francia (Mónaco) y en estos tiempos en España.