Quien pueda echar un vistazo estos días a la bahía de Santa Cruz de Tenerife no tardará en contemplar un voluminoso yate. Poniendo algo de atención, pronto comprobará que se trata de una embarcación diferente a la mayoría de grandes esloras que suelen pasar por las islas en sus trayectos al otro lado del Atlántico. Es el superyate Artefact, una creación reciente del astillero alemán Nobiskrub que sorprende tanto por su fisionomía como por su corazón verde.
De 80 metros de eslora, el yate fue entregado a su propietario en la primera semana de marzo después de casi cuatro años de investigación, desarrollo y construcción (18 meses). Su viaje inaugural coincidió con la eclosión del virus por medio mundo, lo que provocó el cierre de la mayoría de puertos. Tras poder hacer una primera escala técnica en Gibraltar, puso rumbo a las Islas Canarias. Hoy, el Artefact fondea al no poder atracar en Tenerife debido a las restricciones de movimiento del estado de alarma decretado por el Gobierno para frenar la expansión del Covid-19.
El barco tiene varios motivos para presumir. Para empezar, es el superyate de 80 metros más voluminoso del mundo. Los materiales empleados en su construcción también lo hacen único en su especie: mientras su casco es de acero, la superestructura está realizada con plástico reforzado con vidrio; luce 740 metros cuadrados de vidrio curvado con un peso de 60 toneladas. El uso de este material ha permitido al diseñador Gregory C. Marshall trazar un exterior sorprendente con ventanas asimétricas y aparentemente desordenadas. Por su parte, el estudio de Reymond Langton ha sido el encargado de unos interiores de los que hasta la fecha no han transcendido imágenes ni información.
Según apuntan en la publicación especializada Boat International, el equipo de Gregory C Marshall no ningún armador estaría dispuesto a hacerse construir un yate de estas características. Sin embargo, en cuanto mostró el diseño original, de 55 metros de eslora, a una familia con la que ya había trabajado, la respuesta fue inmediata: ‘sí, lo queremos, pero que sea más grande’. El cliente aún pidió otra premisa: que el Artefact fuera lo más ecológico posible.
Dicho y hecho, el yate incluye varias tecnologías innovadoras para minimizar el impacto ambiental. No en vano, es uno de los primeros superyates del mundo que cumple con las regulaciones de emisiones de nivel III de la OMI. Cuenta con paneles solares y un gran sistema de almacenamiento de batería que permite que la embarcación funcione durante un tiempo limitado sin el uso de motores de combustión interna. Además, disfruta de un innovador sistema de propulsión Azipod diesel-eléctrico desarrollado por el fabricante ABB que, combinado con un posicionamiento dinámico, puede mantener la posición del yate sin soltar el ancla, protegiendo así el fondo marino. Aún hay más, como hélices de seis palas diseñadas para minimizan el ruido y la vibración al tiempo que maximizan el rendimiento o un sistema de reciclaje de aguas residuales para su reutilización como agua técnica.
Fuente: www.expansion.com/nauta360