El último botero de Alto Verde

Se llama Gerónimo Heredia y todos los días trasladaba pasajeros desde el distrito costero hasta la ciudad a bordo de su lancha. Pero hace dos meses que no puede trabajar. Y espera una ayuda.

Los vecinos del distrito costero de Alto Verde están impedidos de poder cruzar el río Santa Fe hacia el centro de la ciudad a bordo de la tradicional lancha-taxi. La última embarcación que prestaba ese servicio sufrió el natural desgaste del paso del tiempo, su motor se averió, y el servicio público quedó interrumpido desde hace más de dos meses.

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Ante esta realidad y con el regreso a la presencialidad plena en las actividades cotidianas, a los vecinos de Alto Verde no les queda otra que utilizar el colectivo urbano de pasajeros o medios de movilidad particulares para transitar la calle Demetrio Gómez, cruzar luego el puente Nicasio Oroño o el Colgante, y llegar así al ejido urbano santafesino.

Además de la belleza y encanto que tenía la travesía náutica, la alternativa del servicio de boteros para cruzar desde el distrito costero a la ciudad implicaba ahorrar mucho tiempo. El cruce del río Santa Fe desde la amarra de los boteros (frente a los silos del Puerto) hasta la otra orilla, junto al puesto de Prefectura Naval (a la altura del acceso al Náutico Sur) demandaba apenas unos minutos. Incluso muchos vecinos cargaban a bordo de la lancha sus bicicletas, para continuar viaje por las calles de la ciudad hacia sus destinos.

El último botero

La lancha del último botero es única que queda de las que habían sido donadas por la Municipalidad en 2005 para que se pueda este servicio de “cruce” del río. Y ante la rotura del motor (se fundió) el servicio ya no se presta.

Gerónimo Heredia es el último botero. Vivió toda su vida en Alto Verde, tiene 61 años y trabaja cruzando a los vecinos a bordo de la lancha-taxi desde los 24. “Toda una vida”, dice.

“Mi lancha es la última que entregó la Municipalidad para el servicio de boteros y está habilitada”, cuenta Heredia. La embarcación es una lancha tipo tracker. “Pero hace dos meses y pico que se rompió”, se lamenta. “Con el asunto de la pandemia la estuvimos aguantando como se pudo y encima ahora ésto, que me deja sin trabajo para subsistir”.

En mayo del año pasado Heredia le “salvó las papas” a los vecinos del barrio orillero, cuando se interrumpió el servicio de colectivos que ingresan al distrito y la lancha-taxi pasó a ser la única alternativa de servicio público para llegar a la ciudad. Pero ahora es él quien necesita que lo ayuden.

“Quedé en la calle, sin laburo”, cuenta el botero. “Los vecinos me están dando una mano, a ver si alguien más nos podrá ayudar para poder pagar el motor que necesito y así poder volver a prestar el servicio”, pide Heredia.

Distancias

Es decir que al problema que tienen todos los vecinos por la falta del servicio de movilidad fluvial se le suma el drama particular de este botero que se quedó sin trabajo.

“La gente ahora tiene que caminar un largo trecho para tomar el colectivo, pierde el tiempo y además los mismos colectivos no dan a basto para trasladar a tanta gente”, describe Heredia. “Y llegan tarde al trabajo”, agrega.

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“Yo ya tenía muchos pasajeros fijos a los que cruzaba desde las 6 o 6.30 de la madrugada. Ahora esa gente se tiene que levantar a las 5 de la mañana para poder llegar a su trabajo”, explica Heredia.

Pedido de ayuda

Más tarde el botero dirá que “cuando precisan de mí aparecen todos, pero cuando uno anda en la mala se me borraron”. Por ello no consigue la ayuda que necesita para contar nuevamente con un motor para su lancha y poder así volver a prestar este servicio tan pintoresco y tradicional santafesino.

Fuente: El Litoral

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