El Buque Escuela francés Belem fue botado en 1896 con casco de acero en el astillero Dubigeon de Nantes para un uso meramente comercial de Francia con Brasil e Indias para el transporte de mercancías como el azúcar o el cacao. Para conmemorar esta relevante fecha, qué mejor que hablar sobre su vida repleta también de gran importancia.
Primero, hay que destacar las enormes medidas del buque escuela Belem. La embarcación tiene 51 metros de eslora, sin contar los 7 metros del bauprés, por 8,80 metros de manga máxima. Además, posee tres grandes mástiles de 58 metros de altura.
Gracias al empeño y dinero de sus distintos propietarios, el navío galo es en la actualidad el último barco velero de tres mástiles que navega de toda Europa. Además, es la joya más preciada del patrimonio naval de Francia. En este sentido, el Belem recibió la clasificación de Monumento Histórico el 27 de febrero de 1984.
A lo largo de su historia, el buque escuela Belem ha sufrido muchos percances e inconvenientes, como pasa con casi todos barcos antiguos que aún surcan las aguas de La Tierra. Este longevo velero de carga pasó alternativamente por manos inglesas, italianas y de nuevo francesas.
Con la implantación sucesiva del barco de vapor, los veleros de rutas marítimas fueron desapareciendo paulatinamente. En 1914 le pasó al Belem al ser adquirido por el duque de Westminster, quien decidió transformar el barco en una excelente embarcación para ocio. Curiosamente, se tuvo que quedar atracado en la isla inglesa de Wight durante varios años a causa de la cruenta I Guerra Mundial.
A principios de los años 20 del siglo pasado, otro amante del buque escuela Belem, en este caso, Arthur Ernest Guinness, compró el velero de tres palos y se dio la vuelta al mundo con toda su familia. Como se comentó con anterioridad, la embarcación francesa también pasó por manos italianas desde 1951, erigiéndose como el buque escuela itálico.
Se motorizó y se rebautizó el Belem para diversos usos -crucero de lujo y nave de entrenamiento-. Finalmente, lo descubrieron por casualidad en Venecia en un estado lamentable a finales de 1970 por un aficionado nostálgico.
Comprado con el apoyo de un gran banco francés, el velero volvió a su país natal en 1979. La entidad bancaria financió a la Fundación Belem, que comenzó su restauración. Actualmente, el buque escuela Belem ahora esta reconvertido en el cabotaje ya que ofrece cursos de iniciación y descubrimiento para entusiastas. Está destinado a la Armada Francesa para la formación de sus grumetes, apareciendo además en las grandes reuniones de veleros tradicionales. Los últimos trabajos realizados han sido la restauración de los muebles con madera de caoba procedente de Cuba.
Fuente: Artesania Latina