"Mary Celeste".

ASTILLERO KLASE A

Desde el ataque del Kraken hasta un maremoto, las teorías en torno a qué le ocurrió a la tripulación del navío “Mary Celeste” continúan sin consolidarse.

 

Bien se podría haber inspirado Disney a la hora de crear la serie cinematográfica de “Piratas del Caribe” en la historia del Mary Celeste. En las películas protagonizadas por Jack Sparrow (Johnny Depp) se ven barcos fantasma, abordajes entre navíos piratas e incluso el mito del Kraken, ese pulpo gigante “ataca barcos” que se ceba con el protagonista y su Perla Negra en “Piratas del Caribe: el cofre del hombre muerto”. Esto es ficción, pero para algunos expertos, a lo largo de la historia, pudo haber sido la realidad en torno al destino del Mary Celeste y su tripulación. Lo que ocurrió en 1872 en este barco bergantín es al día de hoy el mayor misterio del océano. Un enigma que ni los mayores estudiosos han sabido resolver, y sobre el que han girado todo tipo de teorías.

El Mary Celeste fue un navío comerciante, destinado a transportar alcohol desde Estados Unidos hacia Europa y comandado por el capitán Benjamin Briggs. “Nuestro barco está en un hermoso estado y espero que tengamos buen pasaje”, le escribía Briggs a su madre en una carta antes de zarpar. Dejarían tierra, según lo previsto y lo que figura en los registros, el 7 de noviembre de 1872, partiendo desde el puerto de Nueva York y rumbo a Génova. A bordo: Briggs, su esposa, Sarah, su hija, Sophia, y siete marineros. A partir de ahí, comenzó el enigma.

Tiempo después, el 5 de diciembre del mismo año, el navío “Dei Gratia”, cuando pasaba por la zona entre las Azores y Lisboa, avistó a lo lejos el Mary Celeste, navegando a la deriva. Al extrañarle a su capitán, David Morehouse, que el navío avanzara en zig-zag, decidió acercarse a él, descubriendo algo insólito: no había absolutamente nadie a bordo. Esto despertó una gran preocupación, por lo que decidieron abordar el barco para examinarlo. Faltaban algunas velas y artilugios imprescindibles para la navegación, así como las posesiones de la tripulación y los barriles de alcohol y suministros estaban intactos. Y, lo más extraño, según cuentan algunos escritos, un plato de pollo caliente y tres tazas de té tibio en la cocina.

¿Qué ocurrió en ese barco fantasma? ¿Qué llevaría a la tripulación el repentino abandono del navío y por qué no se supo más de ella? Estas son las principales preguntas del enigma y que aún hoy siguen sin tener respuesta. Las teorías que han circulado como posibles conclusiones son de todo tipo. Como decíamos, dignas de las aventuras de Jack Sparrow. “Al desaparecer la tripulación completa y la familia del capitán, todas las hipótesis quedan en la nada, porque es muy difícil desentramar qué ocurrió realmente”, confiesa la experta en naufragios e historiadora Adriana Pisani a La Nación.

El 23 de diciembre de 1872 comenzaron las investigaciones y, hasta hoy, se han vertido ríos de tinta inconclusos y albergando teorías de lo más disparatadas. Una de ellas es que el cocinero del Mary Celeste pudo enloquecer y envenenar a la tripulación, dando así respuesta a que en la cocina hubieran tres tazas de té y suicidándose posteriormente al divisar al Dei Gratia. Pero esta no es la hipótesis más delirante ni absurda, pues la supera con creces la del Kraken: hay quienes pensaron que este enorme calamar engulló a los tripulantes.

Por su parte, en 1886 el “New York World” avaló la teoría de un maremoto que podría haber causado una fuerte turbulencia en la superficie que dañó la carga, liberando vapores tóxicos. Así, el alcohol que transportaba el barco tenía peligro de explotar, obligando a la tripulación de Briggs a abandonar la nave. No obstante, esta idea se descartó pues, como se ha mencionado antes, las barricas fueron halladas intactas.

También tuvo bastante fuerza el relato que publicó “Quarterly Review” en 1931: en un artículo, acusaba a Morehouse, el capitán del Dei Gratia, de haber atacado el Mary Celeste para hacerse así con la carga y poder cobrar una indemnización que se otorgaba a todo aquel que devolviera a puerto algún navío naufragado.

“Pudo haber sido un desembarco apurado y luego no pudieron volver al Mary Celeste. O quizá pudo ocurrir que el bote naufragara y no pudieran retomar el rumbo. Pero tan solo son conjeturas”, aporta Pisani a La Nación.

Fuente: La Razón

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