Su viejo casco oxidado atrae tortugas acuáticas y recuerda el pasado portuario del barrio más nuevo de Buenos Aires.
Un siglo antes de convertirse en barrio, el paisaje de Puerto Madero era acorde a su nombre: barcos, grúas, graneros y fauna. Con su reconversión hace tres décadas, se removió casi todo el pasado. Pero un casco oxidado es recuerdo terco de lo que el lugar fue. Asoma de costado en el dique 2, cuando el nivel del Río de la Plata lo permite.
“Pensé que era una ballena”, admite Carla (32), vecina del barrio, con cierta vergüenza. Es una impresión que comparten quienes caminan, pedalean o patinan por Pierina Dealessi al 1500, a la altura del cruce con Petrona Eyle. Una impresión verosímil: en 2015 apareció una jorobada en el dique 4.
Pero un animal no se oxida, ni deja crecer pasto, ni recibe inamovible a las palomas que se posan sobre él. O a las tortugas de laguna, que se tienden sobre el casco a tomar el primer sol de la mañana. Esquivan alguna basura casi al borde del agua, salen de su caparazón de 40 centímetros, estiran el cuello y exploran. Ni bien se despierta el barrio, se tiran al agua y desaparecen, como buenas nadadoras que son.
Los fines de semana también llegan los turistas, que toman fotos, graban videos, posan junto al casco. Sienten curiosidad, confusión, asombro. Locales y visitantes no entienden cómo persisten rastros de otros tiempos en un barrio hecho totalmente a nuevo.
Una posible explicación
Para construir el vecindario, hubo que eliminar esos restos. Entre 35 y 45 barcos sacó la Corporación Antiguo Puerto Madero desde que fue creada en 1989, la mayoría en sus primeros diez años. Lo hizo en colaboración con la Prefectura, que aclara a este diario: no hay planes de extraer el que volvió a aparecer.
Para que el Estado lo remueva, el barco debe haber sido abandonado judicialmente a favor de este, excepto que obstruya la navegación. Los vecinos prefieren que sea extraído, pero para eso hace falta una orden judicial. Eso explican desde Prefectura, que no pudo aportar más información sobre este arrecife oxidado. Ni los vecinos más antiguos del barrio saben a ciencia cierta de cuándo es.
Tanto misterio alimenta la curiosidad. Es lo que le pasó, por ejemplo, a Eduardo Felizia, autor del blog Gaucho Models, en el que vuelca su pasión por los fierros: autos, aviones, barcos. Ni bien vio el casco asomado en el dique, se puso a investigar.
Ayudado por el medidor de distancias de Google Maps, estimó que la parte visible mide unos 36 metros de largo. Eso da entre 50 y 60 metros de eslora, la longitud del eje desde la proa hasta la popa.
Más difícil que conocer el tamaño es saber su edad y su origen. Algunos lectores de Felizia aportaron sus versiones. Según un marino mercante, “se habla de un pesquero de principios del siglo pasado, que estaba amarrado y por una fuerte tormenta se zafó y quedó varado. Luego se hundió por un costado de estribor”.
Otra lectora, Alyxandria F., asegura que “tiene casi 30 años hundido”. “Es bastante tiempo, se ve en las fotos de cerca. Si bien no era un último modelo de los barcos de trasiego, ya tenía sus años al momento del naufragio. No era el último modelo de mercante aún cuando navegaba”, agrega.
Incluso hay quien dice haberlo visto en posición vertical a principios de los noventa, y haber ingresado en él para tomar una foto. “Flotaba o estaba apoyado en el fondo. En ese lugar no hay mucha profundidad. Ya era una chatarra desmantelada para esa época. Tiempo después se volcó”, asegura Alejandro B.
“Me impresiona el tamaño, más cercano a un viejo castillo abandonado que a un mero medio de transporte. También lo viejo que se ve: pareciera de 1890, por la forma del casco. Por eso, me pregunté, ‘¿Cómo llegó acá un barco anterior a Puerto Madero?’. Pero sé que pasó algo parecido con el que estaba hundido hacía más de 200 años y que encontraron en otro dique”, recuerda Felizia.
Se refiere al hallado a fines de 2008 mientras avanzaba la obra para construir el complejo de torres Zencity, en Rosario Vera Peñaloza al 400. Enseguida se lo bautizó como “el galeón de Puerto Madero”. Después se supo que en realidad era un barco mercante del siglo XVIII. Ahora está enterrado en Barraca Peña.
Casi nueve años después, en octubre de 2017, fue removido un carguero a vapor de 1930. Se estima que había estado en reparación en los muelles del ex astillero Tandanor, a 200 metros del punto en el que el barco estaba sumergido. Creen que, como tantos otros, quedó a la deriva hasta atascarse en el lecho del río y bloquear la salida de dos conductos pluviales porteños.
Así como bajo los pies de los porteños corren lo que alguna vez fueron arroyos a cielo abierto, debajo del agua siguen saliendo fragmentos terrestres también de otro tiempo.
Fuente: Diario Clarín