Un nuevo sistema de cálculo indica que la pérdida de grosor del hielo flotante cerca del polo Norte es entre el 70% y el 100% mayor de lo estimado hasta ahora.
El hielo flotante que cubre parcialmente la superficie del océano Ártico puede estar adelgazando (perdiendo grosor) mucho más rápido de lo calculado hasta ahora, según los datos aportados por un nuevo estudio dirigido por investigadores de Reino Unidos, Canadá, Estados Unidos y Suecia.
Los autores recuerdan que el espesor del hielo marino se infiere midiendo la altura del hielo sobre el agua, y que esta medida se ve afectada por la presencia puntual de nieve sobre el hielo.
Diversos estudios publicados hasta ahora ajustan estos datos para confeccionar los mapas de profundidad media del hielo en el océano Ártico.
En una nueva investigación cuyos resultados se publican esta semana en la The Cryosphere, los investigadores cambiaron este mapa por los resultados de un nuevo modelo informático diseñado para estimar la profundidad de la nieve a medida que varía de un año a otro.
La primera gran conclusión de esta investigación es que el hielo marino en regiones costeras se estaba adelgazando a un ritmo acelerado. En concreto, la disminución fue en varias zonas del 70% al 100% más rápido de lo que se calculaba en estudios anteriores.
Robbie Mallett, del departamento de Ciencias de la Tierra de la University College de Londres y autor principal del estudio, ha explicado que “el espesor del hielo marino es un indicador sensible de la salud del Ártico”, “y es importante porque el hielo, cuando es grueso, actúa como una manta aislante entre el océano y la atmósfera”. Además, una capa gruesa de hielo asegura que el océano Ártico no pierde su cobertura helada en verano, un fenómeno preocupante para diversos ecosistemas y especies.
“Los cálculos anteriores del espesor del hielo marino se basan en un mapa de nieve actualizado por última vez hace 20 años. Debido a que el hielo marino comenzó a formarse cada vez más tarde en el año, la nieve en la parte superior tiene menos tiempo para acumularse”, explica Mallett en una nota difundida por su universidad. “Nuestros cálculos tienen en cuenta esta disminución de la profundidad de la nieve por primera vez, y sugieren que el hielo marino se está adelgazando más rápido de lo que pensábamos”, concluye este experto.
La profesora Julienne Stroeve, coautora del estudio, insiste en que “hay una serie de incertidumbres en la medición del espesor del hielo marino, pero creemos que nuestros nuevos cálculos son un gran paso adelante en términos de interpretar con mayor precisión los datos que tenemos de los satélites”.
“Esperamos que este trabajo se pueda utilizar para evaluar mejor el rendimiento de los modelos climáticos que pronostican los efectos del cambio climático a largo plazo en el Ártico, una región que se está calentando a tres veces la tasa mundial y cuyos millones de kilómetros cuadrados de hielo son esenciales para mantener fresco el planeta”, abunda la profesora Stroeve.
El hielo marino en los mares costeros varía típicamente de medio metro a dos metros de espesor. Cada vez más, el hielo de esta región no sobrevive al deshielo del verano. El adelgazamiento más rápido del hielo marino en los mares costeros del Ártico tiene implicaciones para la actividad humana en la región, tanto en términos de navegación a lo largo de la Ruta del Mar del Norte durante una gran parte del año, como en la extracción de recursos del fondo marino como como petróleo, gas y minerales.
Apuntando los aspectos a favor y en contra de esta nueva situación en el Ártico, Robbie Mallett considera, por una parte, que “si crece el número de barcos que siguen la ruta alrededor de Siberia se reducirían las emisiones de combustible y carbono necesarias para mover mercancías alrededor del mundo, particularmente entre China y Europa”.
“Sin embargo, también aumenta el riesgo de derrames de combustible en el Ártico, cuyas consecuencias podría ser terrible. El adelgazamiento del hielo marino costero también es preocupante para las comunidades indígenas, ya que deja los asentamientos en la costa cada vez más expuestos al clima fuerte y la acción de las olas del océano emergente”, indica como aspecto negativo Robbie Mallett en la nota publicada por su universidad.
Fuente: La Vanguardia