Su construcción fue encargada por Perón y prestó servicios en Iguazú (Misiones) y en el Lago Futalaufquen (Esquel). Se botó en el Astillero Ortholan en 1952.
Por Gastón Larripa – gaston@comunidadnautica.com
El caburé es un ave de rapiña de color castaño con algunas manchas blancas, muy parecido a una lechuza pero más pequeño. Habita en el noreste de nuestro país y también en la parte sur de Paraguay. Cuenta la leyenda que quien tiene un caburé ó al menos una pluma del ave puede darse por satisfecho ya que todo le saldrá bien. El caburé y sus plumas atraen todo lo que el hombre anhela: suerte en el juego, protección ante los peligros y atracción para el amor…
Seguramente por su primer destino en la zona de Iguazú es que este barco fue nombrado “Caburé” y a pesar del tiempo y del nuevo propietario nunca se le modificó el nombre y de esa manera cumple con la antigua leyenda náutica.
Historia
En el año 1947 el Presidente Juan Domingo Perón contrató al Astillero Ortholan, ubicado en Tigre, para la construcción de doce embarcaciones y distribuirlas en los parques nacionales de nuestro país. Las mismas tenían como objetivo fomentar el turismo social, fundamentalmente con niños carenciados. Diez fueron carrozadas hasta la popa en su totalidad y dos de ellas poseían un cockpit muy amplio para uso protocolar. Una de ellas está matriculada en 1952 con el nombre “Caburé”.
Por información de su capitán, que le dedicó casi toda su carrera al barco, se sabe que en el año 1976 José Alfredo Martínez de Hoz ordenó el traslado del “Caburé” al lago Futalaufquen de Esquel, cumpliendo sus funciones hasta el 2001. Ese año, el estado decidió rematar el yate junto a otras tres embarcaciones en una subasta pública.
En el norte, en el sur
Dentro de las horas de navegación del “Cabure” también seguramente estarán registradas las horas de traslado por tierra. Si bien hacia su primer destino en Iguazú se supone que el barco fue navegando, luego tuvo su primer gran viaje por carretera entre Iguazú y Esquel. Hace poco y ya sobre un moderno trailer el barco experimentó quizás su último traslado por tierra al venir a su lugar de origen en el Delta.
Restauración
El estado de conservación del “Caburé” no era el mejor cuando su actual propietario lo adquirió hace sólo 5 años. “Prácticamente lo hice de nuevo. La verdad es que al principio me asusté del estado del mismo hasta el punto de abandonarlo; pero con el correr del tiempo me fui entusiasmando. Para que te des una idea es un barco de más de 50 años con las prestaciones y tecnología de una embarcación moderna. Tres años fue el tiempo que nos llevó los trabajos de reconstrucción”, nos comentaba su dueño.
Sobre las modificaciones, su propietario nos decía: “principalmente transformé un colectivo náutico en un confortable barco de placer. El salón de proa pasó a ser el camarote en suite y el salón de popa en un acogedor living. Lo que no modifiqué es la parte central del barco donde se encuentra la timonera, la cocina y el baño de invitados y mantuve la distribución actualizando los accesorios acorde a la época”.
El “Caburé” cumple 68 años y es un barco que brilla con luz propia. Presenta excelentes condiciones para una placentera navegación. Su escaso calado le permite una adaptación singular en la zona de Delta y Río de la Plata. Permanentemente se lo ve navegando y realiza viajes de placer a la costa oriental. Es un fiel exponente del valioso parque de embarcaciones clásicas de nuestro país.
Si bien en su libro de bitácora consta las millas náuticas navegadas, es cierto también que debido a sus dispares destinos (en el norte y en el sur) es un barco con muchos kilómetros por tierra.