Navegar por las aguas del río São Francisco es algo que hicieron muchos mineros como un rito de iniciación. Una nueva expedición tiene como protagonista a un grupo de 11 amigos de Barbacena y Santos Dumont, ciudades ubicadas en la Zona da Mata de Minas Gerais, todos enamorados de los jets.
Para escapar de la rutina de acelerar por las tranquilas aguas de la Represa de Camargos (una de las 13 represas existentes a lo largo del curso del Río Grande, en el Sur de Minas), Phillipe Nogueira, Renato Araújo, Wellington Monjardim, Ricardo Caetano, Claudio Caetano, Eduardo Gava, Valdemir de Jesus, Emerson Dorneles, Gilberto Cunha y Nascimento, liderados por Roger Lebourg, decidieron descender el río São Francisco a bordo de sus jets, entre Minas Gerais Januária y Bahia Bom Jesus da Lapa, una ruta de 470 km.
Para ello, tras someterse a la prueba de Covid-19, y dar negativo, el grupo atravesó más de 750 kilómetros entre Barbacena y Januária, municipio ubicado en la región de São Francisco Medio, conduciendo los jets en el enganche. A la mañana siguiente, se inició la expedición denominada “Janulapa”, lista para navegar los primeros 250 kilómetros entre Januária y Cariranha, ya en Bahía, donde pernoctaron.
En la segunda parte del viaje, fueron más de 220 kilómetros, hasta el Sítio do Mato, 70 kilómetros río abajo del Bom Jesus da Lapa. “Fue un viaje tranquilo”, dice Phillipe Nogueira, cansado pero feliz, luego de completar las 250 millas náuticas del curso. “Sin embargo, en algunos tramos, el río está muy sedimentado. Velho Chico se está volviendo más seco y estricto. En algunas partes, el nivel no superó los 40 centímetros”, agrega.
Desde su nacimiento, en la Serra da Canastra, en Minas Gerais, hasta el Atlántico, en el límite entre Sergipe y Alagoas, el río São Francisco tiene 3.161 kilómetros de recorrido. Pero para la navegación, lo que cuenta es un tramo de 1.370 kilómetros entre las ciudades de Pirapora, en Minas Gerais y Juazeiro/ Petrolina, en el límite entre Bahía y Pernambuco. O, más estrictamente, entre Pirapora y Bom Jesus da Lapa, en el interior de Bahía. Fue en este tramo donde corrieron las nostálgicas “jaulas”, románticos vapores de una época memorable. Diariamente, 30 vapores como éste barrían las tranquilas aguas del “Velho Chico”.
Las expediciones grupales, como Janulapa, actúan como un emocionante regreso al pasado. Casi un giro en el tiempo. La baja velocidad te permite disfrutar del viaje. Sin embargo, el paisaje cambia poco a lo largo de este tramo del río, que atraviesa una región prácticamente ignorada por el resto de Brasil, sin mayor atractivo turístico que el propio São Francisco. Para disfrutar del viaje hay que apreciar cosas sencillas, algo que Roger, Phillipe, Renato, Wellington, Ricardo, Claudio, Dudu, Valdemir, Emerson, Nascimento y Gilberto saben hacer con cualquiera, por buenos mineros que sean.
Fuente: Náutica Brasil