Góndola en Venecia

El diseñador francés, enamorado de la ciudad, ha creado un modelo de góndola futurista bajo principios de sostenibilidad y para un máximo confort incluso en invierno.

Venecia lleva décadas luchando, sin grandes resultados, por construir una perspectiva de futuro que vaya más allá de ser un museo de su gloria pasada. Las iniciativas que intentan transportar la ciudad del agua a la modernidad son diferentes y más o menos todas tienen la característica de recuperar elementos tradicionales para reinterpretarlos en clave contemporánea.

Es lo que ocurre, por ejemplo, con el antiguo y glorioso Arsenale, corazón del poder de la República de la Serenísima, que después de haber producido las galeras con las que el Dogo dominó el Mediterráneo oriental durante siglos, fue abandonado por completo. Hoy quiere revivir, convirtiéndose en un centro de referencia en tecnologías navales, en un intento por diversificar la economía de la ciudad y recrear una comunidad local que pueda competir con las hordas de turistas, que, además, han reducido notablemente su presencia estos años de pandemia.

Sin embargo, el símbolo universal de Venecia, cuyas reproducciones han adornado los televisores de generaciones de italianos, al igual que la flamenca en España, es la góndola. Y ha llegado el momento de que ella también se actualice. Dream of Winter Gondola for Venice es un proyecto concebido para la asociación VeniSIA, dedicada al desarrollo de ideas de negocio y soluciones tecnológicas capaces de afrontar el cambio climático y otros retos medioambientales, y cuyo objetivo final es transformar Venecia ‘en la ciudad más antigua del futuro’.

“Tengo mucha admiración y respeto por la góndola, uno de los barcos más complejos del mundo con su diseño completamente asimétrico, pero que, sin embargo, equilibra perfectamente su peso y puede navegar con agilidad incluso en las condiciones más difíciles. Es pura magia. Y es un gran honor para mí imaginar una góndola de invierno con una pequeña habitación en el centro. Sin embargo, lo que muestro hoy no intenta ser realista sino que es un sueño”, declaró su autor, el famoso diseñador francés Philippe Starck, durante la presentación del proyecto.

El resultado de este sueño es un barco que mira hacia el futuro, cuya imagen en 3D se ha convertido en parte de la colección de la local Universidad Ca’ Foscari, donde los estudiantes pueden estudiarla y profundizarla. Starck, que vive desde hace 50 años en la isla veneciana de Burano, ha desarrollado un proyecto que explota la tecnología en términos de sostenibilidad medioambiental. “Las especificaciones técnicas en las que pensé son muy interesantes: materiales duraderos y alta tecnología”, ha explicado el diseñador.

Obras de arte - El icono milenario

El barco veneciano no tiene una fecha oficial de nacimiento, pero el término aparece por primera vez en forma de ‘góndolam’ en un decreto emitido por el Dogo Vitale Falier en 1094. La góndola siempre ha sido el emblema de la ciudad y lleva siglos fascinando a los visitantes de todo el mundo, gracias a la gracia de los gondoleros y a sus líneas únicas que la convierten en una pequeña joya de la ingeniería y la artesanía naval: 11 metros de largo, aproximadamente 1,65 de alto y 1,42 de ancho; una góndola pesa unos 600 kilos y está formada por 280 piezas fijadas entre sí con clavos galvanizados.
Se utilizan ocho tipos diferentes de madera para producirla. Su característica más peculiar es la asimetría en el eje longitudinal, de popa a proa, con una desviación de unos 24 cm hacia la derecha. El propósito de esta forma original es compensar el desplazamiento causado por el estilo remador veneciano de un solo remo. A pesar de su considerable longitud, la góndola es extremadamente manejable incluso en espacios muy estrechos, gracias a su fondo plano y la parte reducida del casco que queda bajo el agua.
Cada barco está hecho a medida de su gondolero, en relación a su altura y brazos. Cada góndola es, por tanto, una pieza única, un verdadero objeto de arte, perfectamente distinguible de las demás, con una vida útil media de unos 40 años. La construcción de una góndola lleva unos dos meses y, por lo general, cada astillero solo produce una o dos al año. El desarrollo de las lanchas a motor ha ido eclipsando gradualmente lo que siempre ha sido el símbolo y la esencia misma de Venecia: en el año 1580 había unas 10.000 góndolas, mientras que hoy solo quedan 433, cuyo uso ya es exclusivamente turístico.

Las Góndolas recorren los intrincados canales de la ciudad.

Un concepto minimalista y elegante que reinventa el icónico barco veneciano, transformándolo en un navío futurista apto para los visitantes invernales. Los diversos componentes demuestran el potencial innovador: casco y remo hechos en bioresina laminada arácnida de algas negras; pintura texturizada de piel de tiburón para reducir la resistencia a los fluidos; cabina abatible en cristal Corning Gorilla Glass moldeado al vacío con revestimiento hidrofóbico para ofrecer comodidad y confort incluso en los meses más fríos; sofá tapizado en ‘piel’ de manzana Sant’Erasmo.

El barco funcionaría con una mini turbina eléctrica y un pequeño estabilizador giroscópico, ambos alimentados por energía solar, mientras que un hidrogenerador podría aprovechar las mareas durante las paradas para recargar. El sistema ayudaría al gondolero a conducir la embarcación con menos esfuerzo, sin dejar de cumplir los requisitos de sostenibilidad necesarios para el proyecto. “Es el mismo ícono intocable, la misma silueta, pero lavada por el tiempo y profunda y estructuralmente modernizada gracias a la tecnología”, dijo Starck.

El diseñador francés es conocido por la paternidad de algunos objetos que se han convertido en iconos del estilo contemporáneo: el Juicy Salif, el exprimidor de cítricos en fundición de aluminio, diseñado para Alessi, que se asemeja a una araña con tres patas estilizadas, o la Gun Lamp, diseñada para Flos, cuya asta es el perfil de una ametralladora.

Pero también su producción incluye móviles, yates e hasta los apartamentos privados del presidente de la República Francesa en el Elíseo. En todos sus proyectos, Starck abraza los principios de la eco-sostenibilidad como para el cubo de basura de oficina Elise fabricado con bioplásticos o la silla Zartan, producida con materiales orgánicos y reciclados.

La invitación a repensar el símbolo veneciano le vino de Marco Balich, también diseñador y curador, entre otras cosas, de las ceremonias de inauguración de varias ediciones de los Juegos Olímpicos. “Como veneciano, estoy muy feliz de apoyar este proyecto. La creatividad juega un papel fundamental en él y es fantástico contar con una estrella del diseño de fama mundial como Philippe Starck, enamorado de Venecia, para crear un concepto capaz de hablar a todas las generaciones de la importancia de la sostenibilidad en un contexto tan frágil como el de esta ciudad”, ha comentado el empresario veneciano.

VeneSIA es parte de Venecia Capital Mundial de la Sostenibilidad, el macro proyecto apoyado por el Gobierno italiano para la protección ambiental de la Laguna, uno de los lugares más expuestos del mundo a los riesgos de la subida de las aguas como resultado del calentamiento global.

Fuente: La Vanguardia

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