Dos pesos pesados de la industria de los yates de lujo, el arquitecto naval británico Malcolm McKeon y el astillero holandés Royal Huisman han unido creatividad y talento para dar forma a un supervelero llamado a dejar boquiabierto a cualquiera que lo contemple navegando. Con una eslora de 85 metros y un solo mástil de 107 metros de altura, el Apex 850 entrará en el exclusivo club de los veleros más grandes del mundo. No hay otro balandro en el mundo con más eslora ni otro velero de aluminio de mayor tamaño. Un gigante único.
Esta embarcación es tan grande que sus creadores han podido redefinir de manera integral el estilo de vida a bordo y la experiencia de navegación, dejando margen para que el armador aporte sus propias ideas y espacios. No se trata de un mero concepto futurista, todo está listo para iniciar la fase de construcción en cuanto aparezca un cliente dispuesto a poseerlo.
El casco de aluminio del Apex 850 es fuerte y resistente: más ligero que el acero, más silencioso que el carbono y prácticamente libre de corrosión. La obra viva se completa con dos timones y una profunda quilla retráctil que estira el calado hasta los 8,5 metros (5 cuando ésta está subida) para mantener el equilibrio y la estabilidad. Por el casco también encontramos terrazas abatibles por sistema hidráulico y anclas, quedando todas perfectamente ocultas cuando el barco avanza a todo trapo.
El aparejo está compuesto por un mástil de fibra de carbono más alto que la Estatua de la Libertad y una botavara capaz de soportar 3.200 metros cuadrados de velas cuando el velero navega de ceñida (contra el viento, con la mayor y génova), 4.700 cuando se añade en proa el código 0 para avanzar a favor del viento. La fuerza motriz del viento es aprovechada y administrada de manera eficiente por el sistema de navegación integrado de Rondal. Los 107 metros del mástil superan con creces los 88 del Mirabella V, actualmente el velero de un solo palo más alto del mundo. Desde el astillero sostienen que el barco superará con facilidad la velocidad del viento, todo un logro teniendo en cuenta su tamaño y desplazamiento.
En la cubierta reina el minimalismo, líneas limpias y elegantes sin estridencias en las que a simple vista apenas hay elementos que rompan la armonía (sin contar con el colosal mástil, claro). Se trata, no obstante, de un engaño para el ojo humano, puesto que en realidad son varios los espacios reservados para el esparcimiento del armador y sus invitados. En este sentido, en popa destacan dos elementos: una sección de la cubierta abatible y una plataforma de baño de 50 metros cuadrados. En dicha área encontramos también el gimnasio y una espectacular zona social con acceso directo desde el beach club del propietario.
Ni la superestructura escapa de ese juego geométrico por ocultar todo lo posible, ya que ésta, de vidrio, alberga una de las principales área sociales del barco, aunque desde la cubierta sea imposible verla. Y es que los diseñadores prometen una experiencia única a todo aquel que ponga un pie en el Apex 850. Nada más embarcar, el invitado queda ya ensimismado con la decoración del vestíbulo, donde al subir por las escaleras llegarán al salón de la superestructura, a la zona de solarium y a un asombroso espacio para cenas al aire libre.
El salón ocupa 200 metros cuadrados y está diseñado a un solo nivel, lo que garantiza unas vistas espectaculares de 360 grados para conectar íntimamente con el mar, sobre todo cuando los enormes ventanales laterales se deslizan para abrirse al exterior. A estribor, las escaleras dan acceso a los camarotes para invitados, cuatro suites de 30 metros cuadrados que pueden acoger hasta una docena de invitados.
Mención especial merece los aposentos del armador, un área reservada de 200 metros cuadrados, suficiente para ubicar un salón, sala de cine privada y hasta su propio beach club. El camarote ocupa toda la manga (19 metros) y cuenta con vestidor, baño y sauna.
Que el Apex 850 está concebido para auténticos sibaritas también se demuestra en otros detalles como la bodega de vinos, el humidor de puros o la pequeña cocina instalada en la zona del armador. Bajo la cubierta, hacia proa, hay un espacio de 50 metros cuadrados que guarda todo un arsenal de juguetes acuáticos que una grúa se encarga de llevarlos al agua.
Este supervelero es todo un desafío de ingeniería naval que busca un dueño dispuesto a navegarlo.
Fuente: Nauta 360