Es el cuarto de una saga de barcos iguales que construyó Pagliettini. Fue botado en 1939 y después de 76 años, mantiene su estilo, encanto y prestancia.
Llegamos a tomar contacto con este bellísimo barco, una de las últimas tardes de diciembre del año pasado. El punto de encuentro fue el río San Antonio y Canal Vinculación. Ya no estaba esperando y la primera impresión que tuvimos cuando lo vimos fondeado, esbelto, reflejado en las mansas aguas, fue la de estar ante una reliquia de la industria náutica del país. Y no nos equivocamos.
“Indio” nació en los tableros del legendario astillero Pagliettini, icono en la construcción de barcos por estas latitudes. Fue el cuarto ejemplar de una saga de “cuatrillizos” que durante la década del ´30 se botaron en Tigre. Uno es el inmaculado “Buen Ayre” que navega constantemente por el delta. Otro se llama “Rejucilo” que estuvo mucho tiempo amarrado en San Isidro y aparentemente por estos tiempos está en Mónaco. Y el otro, es un barco que se hundió y no logró trascender en el tiempo.
El alto estilo de “Indio” es como una gran lancha de madera. En la proa lanzada se destacan los ojos de buey redondos, extremadamente clásicos y marineros. Sus 14.60 metros de eslora de madera barnizada brillan y relucen como en antaño.
El barco era doble cabina. En la popa había un camarote con cama matrimonial y un pequeño pero útil baño en suite. Ese era el diseño original del astillero.
Su actual propietario, decidió hacerlo lancha. Para ello le sacó la doble cabina y despejó la popa, obteniendo el actual cokpit que se transformó en uno de los sitios predilectos y más aprovechables del clásico.
El techo de la cabina central, es un techo de un camión Packard Levassor de aquellos tiempos. Cuando lo dibujó Pagliettini vio que este techo le iba perfecto al barco y ahí quedo.
El aroma a madera y barniz que se respira en el interior es altamente agradable. La proa esta ocupada por un camarote con cama matrimonial y un baño en suite, con ducha compartimentada. El casi como un loft, donde los ambientes se integran y lo transforman en muy habitable. A media eslora, el salón con puesto de gobierno a babor, es el sitio para protegerse del sol y la lluvia. No obstante, cuenta con aberturas en las bandas que ocupan todo el ancho y alto.
Si bien mantiene la originalidad y todo aquello que lo identifica como un autentico clásico, el progreso le llego a “Indio” y como sus usuarios le hacen honor al titulo, el barco realiza permanentes travesías a distintos puertos del Río de la Plata y hasta Punta del Este. Para ello, tuvieron que instalarle confort y maquinas confiables.
Por ejemplo su planta impulsora está compuesta por dos modernos motores Yanmar de 315 hp de potencia cada uno. Como así también, cuenta con grupo electrógeno, aire acondicionado, calefacción, cocina eléctrica, y moderno equipamiento de navegación y comunicaciones.
Siempre que vemos un ejemplar de este tipo, flamante, como si el tiempo no pasara para él, pensamos como es el mantenimiento, como se conserva así. Gustavo Terrizzano, especialista en embarcaciones clásicas quien fue el nexo para esta nota sentenció: “el barco lo usan como si fuese uno de plástico y lo cuidan como a un barco de madera. Como a un violín”.