Una extensa y densa capa de espuma con materia orgánica se extiende en zonas del litoral en el suroeste de Turquía
La presencia de espumas y mucílagos en aguas próximas a la costa es relativamente frecuente en muchos puntos del planeta. La formación de estos compuestos flotantes con apariencia de moco es de origen natural en ocasiones pero, sin duda, existen diversos factores agravantes relacionados con actividades humanas, desde el vertido de contaminantes hasta el cambio climático (el aumento de la temperatura del agua del mar facilita la proliferación de algunos organismos).
El episodio más espectacular y preocupante de proliferación de espumas y mucílagos de los últimos años se está registrando esta primavera en el mar de Mármara (Turquía), entre el mar Negro y el mar Egeo.
La inmensa marea de mucílago de las últimas semanas, en especial en aguas del sur de Estambul, han obligado a mojarse a las autoridades turcas. Murat Kurum, ministro de Medio Ambiente de Turquía, por ejemplo, se comprometió el domingo 6 de junio a “vencer la plaga de ´’mocos marinos’ que amenaza el Mármara con un plan de gestión de desastres”.
Como demuestran las numerosas imágenes y datos científicos difundidos en los últimos días el problema es estético pero también, y sobretodo, de sanidad pública, calidad ambiental (con diversos ecosistemas y especies afectadas), pesca y turismo.
Los puertos, las costas y las franjas de agua de mar han sido cubiertos por la sustancia viscosa y grisácea, parte de la cual también se ha hundido bajo las olas, sofocando la vida en el lecho marino.
El ministro Murat Kurum plantea designar a todo el mar de Mármara como un área protegida, reducir la contaminación y mejorar el tratamiento de las aguas residuales de las ciudades costeras y los barcos, lo que ha ayudado a que los mocos del mar se propaguen, según declaraciones recogidas por Reuters.
El ministro también ha pedido a los residentes locales, artistas y ONG que se unan a lo que dijo que sería la operación de limpieza marítima más grande de Turquía, a partir del martes 8 de junio.
“Con suerte, juntos protegeremos nuestro Mármara en el marco de un plan de gestión de desastres”, dijo Kurum, hablando desde un barco de investigación marina que ha estado tomando muestras de la sustancia viscosa.
“Daremos todos los pasos necesarios dentro de tres años y realizaremos los proyectos que salvarán no solo el presente sino también el futuro juntos”.
El ministro Murat Kurum dijo que las medidas que Turquía planeó reducirían los niveles de nitrógeno en el mar en un 40%, una medida que, según la versión ministerial, los científicos creen que ayudaría a restaurar las aguas a su estado anterior.
Por su parte, diversos expertos insisten que la contaminación debe ser controlada de forma inmediata y que, sin duda, el cambio climático juega en contra de la solución del problema del mar de Mármara, donde se registra una clara proliferación de microorganismos cuando las aguas residuales ricas en nutrientes fluyen hacia el agua de mar a temperaturas elevadas.
Difícil solución
El presidente de Turquía, Tayyip Erdogan, culpó del brote al agua no tratada de ciudades como Estambul, hogar de 16 millones de personas, y prometió “limpiar nuestros mares del flagelo del mucílago”, destaca Reuters.
La contaminación también dificulta la pesca, al ensuciar las redes y, por supuesto, ahuyenta a cualquiera que tenga intención de bañarse, aunque la espuma en sí no es tóxica para el ser humano.
“Tóxico no, pero en primer lugar es feo, no debería estar ahí, y en segundo lugar consume oxígeno, lo que sí puede llevar a la muerte de otros organismos”, dice Ahmet Kahraman, presidente del Colegio de Ingenieros Ambientales de Turquía.
El profesor Kahraman teme que el fenómeno permanezca activo durante un largo período por factores como el aumento de la contaminación del mar de Mármara por aguas fecales debido al crecimiento de la población de Estambul, y las subidas de la temperatura del agua debido al calentamiento global.
“Se juntan varios factores en un complejo cuadro de condiciones. La temperatura, los nutrientes que llegan con los desechos que producimos, el valor pH… todo se une en un proceso”, explica el ingeniero.
Y como ninguno de estos factores se puede fácilmente frenar o revertir, lo más probable es que Estambul se tenga que acostumbrar a vivir un tiempo al año con una especie de mar blanco en lugar del azul de siempre.
“El mucílago se puede convertir en algo estacional. Una vez que hemos empezado a verlo, probablemente el año que viene lo veremos de nuevo, y el próximo también y el próximo. Y cada año será un poco más extendido que ahora”, vaticina Kahraman.
“A largo plazo hay que controlar las fuentes de contaminación”, advierte Kahraman.
Fuente: La Vanguardia