Canal de Aguas Tranquilas en Madrid

Sus responsables lo comparan con “el túnel del viento” que la industria del automóvil utiliza para mejorar la aerodinámica de los vehículos

Es la “piscina” más grande de España. Un mar en miniatura donde, desde hace casi un siglo, se investiga la navegación de todo tipo de barcos, tanto militares como civiles. El ‘Canal de Aguas Tranquilas’ se encuentra en el Centro de Experiencias Hidrodinámicas que el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) del Ministerio de Defensa tiene en el campus de El Pardo, está catalogado como una “Infraestructura Científica y Técnica Singular” por el Ministerio de Ciencia e Innovación.

En el canal se estudia cómo reducir los consumos para recortar las emisiones más contaminantes y rebajar también el ruido submarino y la huella acústica de las embarcaciones.

Sus responsables lo comparan con “el túnel del viento” que la industria del automóvil utiliza para mejorar la aerodinámica de los vehículos, y en sus aguas han sido ya testadas casi 3.000 embarcaciones.

La primera, un bacaladero; pero después todos los barcos de la Armada española; numerosas embarcaciones utilizadas en varios Juegos Olímpicos, los sucesivos “desafío español” con los que España ha acudido a la Copa América de vela; gigantescos trasatlánticos de las principales compañías de cruceros del mundo; o hasta “El Fortuna” que usó durante años la Casa Real.

El “canal” fue “ordenado” por el rey Alfonso XIII en 1928 e inaugurado en 1933, aunque no alcanzó su longitud actual hasta 1955.

La instalación del INTA ha testado algunos de los buques más emblemáticos de la navegación del último siglo, entre ellos el “Tina Onassis” el petrolero más grande del mundo en los años cincuenta, y conserva, gracias a unas condiciones ambientales excepcionales, el mismo agua con que se llenó hace casi un siglo.

El “Canal de Aguas Tranquilas” es, con 320 metros de largo, 12,5 de ancho y casi 7 de profundidad, uno de los más grandes del mundo y es requerido por centenares de empresas y gobiernos para testar sus modelos.

Y lo consiguen replicando (a escala) con exactitud los modelos originales y reproduciendo en este mar en miniatura las condiciones de navegación que se van a encontrar en situaciones reales a lo largo de su vida útil.

Fuente: La Razon

A la vanguardia – En Argentina está el canal de experiencia de la Facultad de Ingeniería de Buenos Aires 

En la Facultad de Ingeniería de la UBA, la carrera “se creó en plena expansión de la industria naval, en consonancia con la creación del Astillero Río Santiago y con el plan Esteverena”, apuntó su director, Marcos Schifman, en diálogo con este Suplemento. La propuesta formativa comenzó a dictarse como posgrado de Ingeniería Civil, en 1942. Luego, pasó a integrar la oferta de grado, entre 1948 y 1949.

En la actualidad, Ingeniería Naval y Mecánica está orientada a quienes se interesan “en el estudio y la ingeniería de todo lo que flota: buques, embarcaciones de todo tipo y otros artefactos navales”, puntualizó Schifman.

Desde la casa de estudios buscan preparar a los y las estudiantes “para afrontar distintas formas de ingeniería”: la producción, el diseño y análisis, lo comercial, la actividad naviera e, incluso, la actividad académica.

Un aspecto para destacar es que la Facultad cuenta con un Canal de Experiencias de Arquitectura Naval (CEAN). Creado en 1962, está compuesto por un canal de aguas tranquilas de 72 metros de largo, un generador de olas y un túnel de cavitación para el ensayo de hélices. Según Schifmanse trata de “una instalación única en el país y de suma relevancia en la región”.

Allí se realizan prácticas de hidrodinámica naval, como ensayos de resistencia al avance en aguas tranquilas, en aguas restringidas y ante un tren de olas, entre otros. “Es un espacio de formación para estudiantes, docentes e investigadores que nos permite, además, establecer una red de intercambios con otras instituciones educativas en el mundo para formación de grado y posgrado”, destacó el director.

Asimismo, el laboratorio provee servicios tecnológicos a astilleros, armadores y estudios de ingeniería, los cuales amplían la base de conocimiento acumulada y, al mismo tiempo, permiten a los y las estudiantes “presenciar ensayos reales, de buques que quizás vean navegar en su ejercicio profesional”.

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