Inspiradas en las alas de los aviones, este nuevo sistema de vela rígida promete optimizar hasta en un 40% la eficiencia de los buques abriendo la puerta en un futuro cercano a la navegación realizada únicamente con velas rígidas.
En la carrera hacia la descarbonización de todo el sector de la movilidad y el transporte, el sector marítimo quizá tenga la lista de retos por abordar más extensa. Para lograrlo, empresas como Bound4blue, especializada en ingeniería naval, ha apostado por la recuperación de las velas como ayuda a la propulsión de los buques. Dichas velas no son las conocidas por todo el mundo, sino un nuevo sistema de navegación rígida que puede llegar a optimizar hasta en un 40% la eficiencia de los buques que incorporen esta tecnología. Su funcionamiento es autónomo y se realiza con el mismo acero que se utiliza para la fabricación de los buques.
La puesta en marcha de la creación de las velas de succión eSAiL, como así se ha bautizado a este sistema, nace porque los cuatro fundadores de Bound4blue en el año 2014 detectaron que el sector marítimo tenía un grave problema con la volatilidad del coste de combustible. Para hacerse una idea, el precio del carburante representa más de la mitad (en torno al 60%) de los costes operativos de la navegación de un buque. Esto, sumado a la crisis que se está viviendo a nivel mundial y las normativas medioambientales que la Organización Marítima Internacional (OMI) está implantando, sitúa a la industria marítima en una posición vulnerable. Después de analizar esta situación, los impulsores de Bound4blue se preguntaron por qué no se aprovechaba la fuerza del viento para ayudar a la propulsión de los barcos y reducir así el consumo de combustible y, por ende, la emisión de gases nocivos a la atmósfera.
Esta tecnología está inspirada en las alas de avión. De hecho, los desarrolladores son ingenieros aeronáuticos. “Sería como un coche híbrido. Todo lo que te da la vela no te lo tiene que dar el motor y entonces rebajas consumo, que es el mayor problema que tienen y además emisiones, algo importante porque están surgiendo nuevas regulaciones a nivel internacional que obligan a esta reducción. Así que, con este sistema se matan dos pájaros de un tiro”, declara Cristina Aleixendre, CEO y fundadora de Bound4blue.
Según aseguran desde la compañía, la instalación de esta modalidad de velas en los barcos provoca que su eficiencia aumente de media en torno a un 25%. Pero todo depende de las rutas que realicen. “Por ejemplo, los barcos que navegan por el Mediterráneo no tienen vientos tan favorables en cuanto a dirección, entonces habría que optimizar las rutas para aprovechar al máximo. Ocurre todo lo contrario en regiones como el Atlántico Norte, Pacífico Norte o el Báltico, porque son regiones muy buenas en cuanto a vientos y pueden llegar optimizar hasta en un 40% la eficiencia de los buques”, añade Aleixandre.
Este tipo de vela saca ventaja a otros sistemas de transportes, ya que, según explican desde la compañía, son siete veces más eficientes que las alas de avión. Esto es porque se utiliza un principio, denominado “de succión” que permite utilizar perfiles mucho más gruesos, lo que “da la posibilidad de ir a ángulos de ataque (el ángulo entre la dirección del viento y la cuerda del perfil) mucho más grandes”. Cuanto más ángulo de ataque, los perfiles más sustentan, es decir, se genera más fuerza y resistencia.
Aunque a día de hoy el conjunto de la industria marítima apunta a utilizar estas velas cómo copropulsión, es decir, como ayuda para la navegación de los barcos y así conseguir una reducción del consumo de combustible, desde Bound4blue afirman que en un tiempo será posible navegar con barcos propulsados en su totalidad por este nuevo tipo de velas. Es importante aclarar que si esto se llega a producir será para algunas rutas concretas que por su tipología pueden realizarse en su totalidad haciendo uso del viento.
La navegación de los barcos única y exclusivamente a través de velas es un objetivo que no todo el sector ve con tan buenos ojos. Una de estas voces escépticas es la de Raúl Villa Claro, doctor en ingeniería naval y oceánica por la Universidad de La Coruña, Capitán de la Marina Mercante, oficial del cuerpo de ingenieros de la Armada Española y secretario de EXPONAV. Villa señala que la propulsión asistida por el viento puede ayudar a la descarbonización, pero no cree que se pueda propulsar un barco únicamente con el viento.
“He realizado algunos estudios y la conclusión es que no todos los barcos y todas las rutas serán propicios para este fin, aunque sí creo que las velas rígidas en los buques pueden ayudar”, declara a preguntas de elEconomista Movilidad y Transporte.
Que el sector marítimo está viviendo un momento marcado por la investigación y el crecimiento tecnológico también se ve en que se está analizando la industria a fondo para -en un futuro no fijado- poner a navegar barcos que hagan la función de centrales eléctricas, como señala la consejera delegada de Bound4blue. Este extremo se concretaría en un barco solo propulsado por velas para generar energía. “Sería como una central productora de energía móvil. Se iría moviendo, siguiendo los vientos para producir hidrógeno”, afirma Aleixandre.
Estos barcos para la generación de energía contarían con una turbina debajo de la infraestructura que giraría y se propulsaría con el agua. La turbina se utilizaría en el barco para realizar la electrólisis del agua, lo que permite separar el hidrógeno y el oxígeno y, en una segunda fase, permitiría acumular ese hidrogeno en los barcos para utilizarlo posteriormente como una fuente de energía limpia en otras necesidades. Se estima que este avance puede estar disponible dentro de 5 o 10 años, según asegura la compañía.
Raúl Villa apunta a otro avance que considera fundamental: la incorporación a las velas de placas solares para que generen energía eléctrica y ayudar así todo lo posible a la alimentación de las necesidades de consumo del propio barco. Esta opción cobra más importancia teniendo en cuenta el contexto actual, en el que la normativa vigente obliga a que en menos de diez años (para el año 2030, concretamente) será obligatorio que todos los buques atracados en puerto estén conectados a una toma de tierra en dicho puerto o, en su caso, utilizar fuentes de energía alternativas a los combustibles fósiles para obtener esa electricidad.
A pesar de que los avances se están produciendo muy rápido, aún queda mucho camino por recorrer, a la vista de las cifras globales de la industria. El dato que lo prueba: de los 90.000 barcos que aproximadamente están navegando por el mundo, únicamente 20 tienen incorporado un sistema de velas moderno que ayuda reducir el consumo de energía y a disminuir el nivel de emisiones. La estadística deja claro que para lograr la descarbonización de la manera más limpia posible todavía hay un largo sendero por el que navegar.