El Phocéa tuvo una vida singular. De principio a fin. Este mastondonte de 72 metros fue ideado para que el navegante solitario Alain Colas batiera todos los récords de los océanos y acabó siendo el yate de lujo.
El magnate Bernard Tapie o la multimillonaria libanesa Mouna Ayoub fueron algunos de sus posteriores dueños. Hace unos días, este velero capaz de hacer soñar a los amantes del mar, acabó hundiéndose en Malasia tras ser devastado por el fuego. Esta es su historia:
Alain Colas ya era una eminencia de la vela oceánica al haber completado la primera vuelta al mundo con un multicasco (en 1974, a bordo del Manureva, ex Pen Duick IV de Eric Tabarly), cuando decidió construir en Toulon una locura en forma de velero. Se trataba del Club Méditerranée, el primer nombre que recibió el Phocéa, un barco de regatas de 72 metros y de cuatro mástiles que el navegante de Borgoña debía domar en solitario.
Trazada por el arquitecto naval Michel Bigouin, diseñador de parte de la saga de los Pen Duick de Eric Tabarly, la embarcación estaba equipada con la mejor tecnología de la época: ordenador, dispositivos de aviso de colisión, energías renovables para la alimentación de los sistemas y velas que Colas podía manejar por control remoto.
El francés no tuvo fácil participar en la Transat/OSTAR de 1976 con ese barco, puesto que la organización de la regata consideraba que la embarcación podía poner en riesgo al patrón y a otros participantes. Finalmente, fue aceptado en la prueba después de completar una calificación de 1.500 millas en el Atlántico, esto es, 1.000 millas más de las exigidas al resto de flota. Debido a la colosal superficie vélica que tenía que soportar, el Club Méditerranée acabó sufriendo problemas en las drizas, obligando al patrón a poner los pies en tierra firme en San Juan de Terranova y echando por la borda sus opciones de victoria.
Colas decidió regresar a su anterior trimarán para seguir compitiendo. El 16 de noviembre de 1978, durante la primera edición de la Ruta del Ron y en pleno corazón de una tormenta en las Azores, el navegante desapareció. La operación de búsqueda se prolongó durante semanas, pero nunca se halló rastro alguno de Colas ni del Manureva , nombre que significa “Pájaro de las islas” en tahitiano. Precisamente, fue en esa isla del Pacífico Sur donde el magnate Bernard Tapie se topó, años después, con el gigantesco Club Méditerranée. Amarrado y languideciendo.
“Lo descubrí en la Polinesia en 1982, oxidado por todas partes, servía de pontón de amarre”, recordó Tapie a AFP al trascender el destino del velero. El empresario, que a lo largo de su vida también ha sido político, cantante y piloto de carreras, “se enamoró locamente del barco” y se apresuró a comprárselo a la viuda de Alain Colas.
Bernard Tapie no sólo salvó el velero, sino que contrató a su creador, Michel Bigouin, quien lo modernizó y optimizó para transformarlo en un enorme guepardo de pruebas oceánicas. Eso sí, añadiendo todas las comodidades posibles a bordo. El Club Méditerranée pasó entonces a llamarse Phocéa y su armador ya tenía en mente su primer desafío: batir el récord de travesía del Atlántico de Oeste a Este, en menos de Charly Barr desde 1905.
En julio de 1988, Bernard Tapie y su tripulación zarparon de Nueva York rumbo al Viejo Continente. Fue una aventura dura, como recuerda el magnate: “Sufrimos una tormenta muy fuerte: el barco volcó dos veces y pasaron dos icebergs”. A pesar de los embistes del Atlántico, elPhocéa alcanzó la costa francesa en ocho días, cuatro días menos que el anterior récord.
“Todos mis mejores recuerdos, deportivos, humanos, económicos, nacieron en este barco”, rememora el ex presidente del Olympique de Marsella, empresario y ministro, cuyos problemas financieros y le llevaron a la venta del velero en 1997.
El Phocéa pasó a manos de la multimillonaria libanesa Mouna Ayoub, quien lo convirtió en un yate de lujo para recibir la jet set mundial. Redujo la altura de los mástiles, aumentó el espacio habitable y lo vendió en 2010. Unos años más tarde, salió a subasta un lote de más de 1.000 objetos del Phocéa por valor de 414.000 euros. Los vestidos de alta costura vendidos en esta ocasión aportaron mucho más que la campana del puente, grabada con el nombre de Phocéa, que se vendió por 1.400 euros.
Para la cuarta vida del barco se formó un tándem que involucró al multimillonario Xavier Niel y a los hermanos Steve y Jean-Émile Rosenblum, fundadores de Pixmania. Los socios compraron el Phocéa y lo registraron en Malta con el objetivo de alquilarlos a navegantes acaudalados.
Para gestionar las nuevas labores del velero, los propietarios reclutaron a Pascal Saken, un hombre que se presenta como un “empresario e inversor internacional de Vanuatu” y cónsul honorario de este archipiélago del Pacífico. La policía de Papúa Nueva Guinea sospechará de él por tráfico de armas y drogas, según informa la prensa local.
Dañado por una tormenta en 2013, el Phocéa fue transportado a un astillero en Phuket (Tailandia) perteneciente a Pascal Saken, quien no dudó en afirmar ser el propietario del barco al que rebautizó como Enigma.
El pasado 12 de febrero, el Enigma navegaba desde Malasia, más concretamente cerca de la isla de Langkawi, cuando se incendió y se hundió. Siete tripulantes fueron rescatados y las autoridades han abierto una investigación para determinar las causas del incendio. El trágico final del supervelero sirvió para recordar todas las vidas que llegan a surcar algunas embarcaciones. “Es algo tan triste que lloré”, reconoció Bernard Tapie al enterarse de la noticia.
Fuente: Nauta 360