Horacio Regnicoli

Un pionero, un referente, un hombre de la náutica

La comunidad náutica está de luto. Este mediodía nos dejó Horacio Regnicoli, a los 87 años, uno de los grandes impulsores de la industria naval en nuestro país. Su vida estuvo marcada por la pasión, la innovación y un compromiso inquebrantable con el legado familiar.

Hijo de don Emilio Regnicoli, fundador del histórico astillero junto a su hermano Higinio en 1924, Horacio representó con orgullo la segunda generación de esta estirpe náutica, junto a su primo Jorge Regnicoli. Ambos fueron protagonistas de una etapa clave en la historia del astillero: la incorporación del plástico reforzado con fibra de vidrio, una revolución tecnológica para la época, que marcó el inicio de la fabricación en serie de embarcaciones deportivas.

Horacio Regnicoli en competencias motonáuticas

Gracias a su empuje y visión, la marca Regnicoli se convirtió en sinónimo de calidad, solidez y diseño, reconocida en toda la Argentina como una de las más prestigiosas del sector.

Pero Horacio fue mucho más que un constructor de barcos. Apasionado de la motonáutica, participó como piloto en distintas categorías, llevando su amor por el agua también al deporte. Además, tuvo un rol destacado como dirigente: fue presidente de CACEL (Cámara Argentina de Constructores de Embarcaciones Livianas) y vicepresidente de FINA (Federación de la Industria Naval Argentina), siempre defendiendo los intereses del sector con firmeza y respeto.

Horacio Regnicoli comandando un catamarán de Off Shore

Su legado continúa vivo en su hijo Roberto “Popi” Regnicoli, actual presidente de CACEL e integrante de la tercera generación familiar al frente del astillero. Heredó de su padre no solo el conocimiento técnico, sino también ese espíritu de liderazgo sereno y comprometido que tanto caracterizó a Horacio.

Tranquilo, íntegro, querido por todos. Así lo recordarán quienes lo conocieron. Su presencia dejaba huella, no por estridencias, sino por esa mezcla de sabiduría, bondad y humildad que solo tienen los grandes.

En cada embarcación que lleva el apellido Regnicoli, en cada rincón del astillero, en cada navegante que confió en su trabajo, quedará para siempre la huella de un hombre que vivió por y para la náutica.

Buen viaje, Horacio. Y gracias por tanto.

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