Llegó a alcanzar una densidad de población de 139.100 personas/km²

Japón utilizó la isla para el trabajo forzado de los prisioneros coreanos y chinos durante la Segunda Guerra Mundial. Ahora solo quedan edificios raquíticos.

La isla de Hashima es una de las 505 islas abandonadas en Japón. Cuenta con seis hectáreas de extensión, fue un punto minero muy importante a finales del siglo XIX y en la década de los 60 llegó a tener 5.200 habitantes. Tras años de explotación minera, los recursos naturales se agotaron y la isla quedó desierta.

Con la salida de la población, la isla quedó completamente deshabitada y todos los edificios comenzaron a perder color y a deteriorarse. El resultado de la desbandada fue la espeluznante estructura que se ha apoderado de la isla, dominada por edificios esqueléticos y huecos que se asoman al océano.

Por ello, resulta muy curioso que los edificios se conserven “prácticamente intactos”, ya que no reciben ningún tipo de mantenimiento, según National Geographic. Las estructuras se mantienen sólidas a pesar del mal clima.

También es terrorífica la historia de Hashima. Japón utilizó la isla para el trabajo forzado de los prisioneros coreanos y chinos durante la Segunda Guerra Mundial. Los prisioneros trabajaban en condiciones laborales muy precarias, con jornadas extremadamente largas y el riesgo que supone dedicarse a la

Los tifones provocaron una evacuación de emergencia en la isla

Las condiciones meteorológicas de la isla tampoco son las más atractivas. La región de Asia en la que se encuentra (a 15 kilómetros de la prefectura de Nagasaki, al sur de Japón) es conocida por sus tifones. De hecho, a mediados de la década de los 70, todos los civiles fueron evacuados de emergencia.

“Los mineros y sus familias que habían establecido una vida ahí se dieron cuenta de que no podrían soportar las condiciones climatológicas por mucho tiempo más. El oleaje podía ser tan fuerte que los dejaba incomunicados con las demás islas de la prefectura de Nagasaki”, explica la revista Muy Interesante.

En la actualidad, la isla se encuentra abierta al turismo, su principal actividad, por no decir la única. Los turistas se acercan cada verano a Hashima para visitar sus edificios raquíticos. En 2002 la isla dejó de ser propiedad de Mitsubishi y se abrió al público, aunque al principio solo se dejaba pasar a los periodistas que quisieran contar la historia de Hashima.

Fuente: AS

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