A Roberto Lacorte le gusta la velocidad por tierra y mar. El italiano suele abandonar su puesto de vicepresidente de Pharmanutra, empresa especializada en complementos alimenticios y dispositivos médicos que fundó junto a su hermano, para subirse en su prototipo y correr las 24 horas de Le Mans o para embarcarse en su velero de regatas y disputar el circuito de clase Maxi.
Hace unos meses, descubrió la sensación de navegar con foils, esos apéndices que empujan el casco por encima del agua para alcanzar velocidades extremas, a bordo de una pequeña embarcación en los lagos italianos. Esa experiencia, unida al espectáculo ofrecido por los AC75 en la última Copa América, llevó a Lacorte a iniciar el diseño y construcción de un nuevo género de veleros voladores: el primer Mini Maxi volador.
El estudio de diseño irlandés Mills Design es el encargado de trazar las líneas de un inédito velero concebido para ganar todo tipo de regatas costeras. La idea es recoger todas las lecciones aprendidas de la Copa América y adaptarlas a un barco de 19 metros fácil de domar, capaz de navegar por encima del mar en un amplio rango de viento y con un coste mucho menos desorbitado que los AC75. Para su construcción, el equipo de Lacorte ha confiado en el astillero King Marine, ubicado en la Marina de Valencia, donde la embarcación tocará el agua por primera vez en 2022.
El Flying Nikka, como se llama esta máquina, supone un desafío técnico extraordinariamente complejo, como se observa en el elenco de expertos y empresas especializadas reclutado para hacer posible el proyecto. Para empezar, el trabajo durante los primeros seis meses se ha centrado en validar el concepto y en la investigación de diferentes geometrías de los apéndices, para lo que se ha empleado el simulador dinámico Gomboc, desarrollado por el Team New Zealand, y la tecnología de la velería North Sails. Otros socios tecnológicos implicados son la empresa de Valencia KND, especializada en análisis de datos de barcos de regata, o Pure Engineering, que llevará las riendas de las estructuras.
Aunque a simple vista parece un AC75 modificado, lo cierto es que son muchas las diferencias que presenta el nuevo barco de Roberto Lacorte. Al contrario que los copa américa, el Flying Nikka está ideado para tener un mayor contacto con el agua y las olas. Además, para poder participar en las regatas de Mini Maxi, debe estar equipado con apéndices convencionales. “El barco no necesita quilla ni bulbo para funcionar, pero sí para ser legal bajo las reglas de la categoría 3 de la WS Offshore Special Regs”, explicaba recientemente Mark Mills en una entrevista en Sailing Anarchy. “[Con esta configuración] obtienes una fuerza lateral desde la quilla, circunstancia que no ocurre en los AC75 a no ser que la ejerzas deliberadamente con los brazos de foils. De alguna manera, la quilla altera la naturaleza del barco pero, cuando estás mar adentro con 22 nudos de viento, resulta práctico tener algo de estabilidad gracias al bulbo”, añadió el jefe de diseño.
Otra premisa del proyecto es que la tripulación no tenga que estar más preocupada del vuelo que de la navegación. La solución está en los controles del sistema de alimentación y vuelo y en winches asistidos, lo que reduce el esfuerzo de los cinco tripulantes, permitiendo además que el timonel pueda centrarse en llevar la rueda.
Con el inicio de la fase de construcción a la vuelta de la esquina, a Roberto Lacorte los días se le harán eternos hasta poder probar su nuevo juguete. Si con su anterior velero, el IRC62 Super Nikka, conquistó cuatro de los últimos cinco campeonatos del mundo de Maxi, no quiere ni imaginar lo que será capaz de hacer su tripulación volando por encima del agua a más de 40 nudos en una regata costera. El Cetilar, nombre con el que competirá la embarcación, que responde a una de las marcas de la empresa del armador, está llamado marcar un ante y un después en el mundo de las regatas.
Fuente: Nauta 360