El “Gribshunden”, un buque de guerra de la flota del rey Juan I de Dinamarca, se hundió en aguas de Suecia en 1495. Descubierto en la década de 1970, el pecio ha sido sometido a diversas intervenciones a lo largo de las décadas. La última, cuyos resultados acaban se ser publicados, ha revelado que el navío transportaba en el momento de su hundimiento un valioso cargamento de especias.
Al sureste de Suecia se encuentra la isla Stora Ekö, en aguas protegidas del archipiélago de Ronneby. Aquí, en la década de 1970, un grupo de buzos deportivos locales descubrió algunos restos de maderas, bastante inconexos, que muy pronto vieron que formaban parte de un antiguo naufragio. El pecio fue bautizado como Stora Ekö o naufragio de Ekö. Aunque no fue hasta 2001 cuando se llevó a cabo una exploración más a fondo. Entonces, los arqueólogos submarinos tomaron una muestra de madera de una de las vigas que yacían en el lecho marino y su estudio reveló que el barco había sido construido con madera talada hacia el invierno de 1482-1483.
Poco después, el Museo del Condado de Kalmar y el club de buceo local rescataron diversos elementos que se habían conservado en el sedimento fangoso, entre ellos nueve soportes para los cañones, fragmentos de cotas de malla y un cabrestante. La investigación también aportó valiosa información sobre la construcción, hecha con tablones carvel (los tablones se colocan de borde a borde y se sujetan a un marco robusto, formando así una superficie lisa), lo que contrasta con las embarcaciones nórdicas tradicionales construidas con clinker (los tablones del casco se superponen). Finalmente el barco fue identificado en 2013 como el Gribshunden, un gran buque de guerra que formó parte de la flota del rey Juan I de Dinamarca. Dos años después, en 2015, pudo rescatarse su espectacular mascarón de proa. Todas estas piezas se exhiben en el Museo Blekinge.
UN TESORO EN ESPECIAS
Pero ahora, un equipo de investigadores de la Universidad de Lund, en Suecia, dirigido por Mikael Larsson y Brendan Foley, ha descubierto que en el momento de su hundimiento el Gribshunden transportaba un “auténtico tesoro” vegetal, algo que hasta la fecha había sido pasado por alto. Los resultados de esta nueva investigación, que tuvo lugar entre 2019 y 2021, acaban de publicarse en la revista Plos One.
Para llevar a cabo su investigación, los arqueólogos submarinos emprendieron una nueva exploración del pecio. Durante los trabajos sacaron a la luz nuevos materiales, como monedas de plata, paneles de pared decorados en abedul, una jarra de madera adornada con una corona, unos restos de calzado… Y aunque la mayoría de artefactos ya habían sido rescatados en anteriores expediciones, Larsson y Foley se dieron cuenta de que algo importante había sido obviado: unos contenedores en los que se habían guardado elementos vegetales que se hallaban en bastante buen estado de conservación, concretamente unas 3.000 muestras.
LA CONSERVACIÓN DEL GRIBSHUNDEN
A la hora de analizar estas muestras en el laboratorio, los arqueólogos vieron que entre ellas había incluso especias tan apreciadas en aquella época como nuez moscada, clavo, mostaza y eneldo. También el carísimo azafrán y jengibre, pimienta… Según los investigadores, la presencia entre el cargamento de algunas de estas especias procedentes de lugares tan remotos como Indonesia indicarían que en el siglo XV los daneses habían logrado establecer una avanzada red comercial. Asimismo, los investigadores también descubrieron entre los restos del navío diversos tipos de frutas como moras secas, frambuesas y uvas, así como semillas de lino y almendras. Otro hallazgo de interés son restos de beleño, una planta que en la época se usó con fines medicinales.
Pero aún quedan algunas preguntas por responder, como por ejemplo ¿por qué se hundió el Gribshunden y por qué llevaba una carga tan valiosa? En 1495, Juan I movilizó a su poderosa flota, de la cual formaba parte el Gribshunden, su buque insignia. A pesar de que en aquel momento el monarca no se encontraba en el barco, a bordo del navío de guerra iban sus mejores hombres, y también iba cargado con bienes de lujo, elementos que tal vez servirían para ayudarle en su negociación con el rey Sten Sture el Viejo de Suecia.
Pero, inesperadamente, sin que se sepa el motivo, el navío se incendió y se hundió irremisiblemente al sureste de Suecia. Afortunadamente para los modernos investigadores, las aguas frías y poco salinas del mar Báltico contribuyeron a la excelente conservación de sus restos, que están aportando interesante información sobre las rutas comerciales de ese lejano período.
Fuente: National Geographic