Por Lorena Franceschetti
Antonio Aulicino fue un personaje muy querido y respetado del Delta, que gran parte de su vida la dedicó al servicio en los emprendimiento que mantuvo en el Paraná Mini. Tenía una lancha de madera, su medio de transporte. Hoy luce como en los viejos tiempos, por eso en esta nota evocamos a “Antonio Aulicino”.
Muchos de los que están leyendo esta nota seguramente habrán conocido o conocen a la familia Aulicino; otros habrán cargado combustible alguna vez en la estación de servicio sobre el Paraná Mini y canal 4; y otros probablemente habrán disfrutado del Complejo Náutico Aulicino, que Antonio junto a su inseparable esposa Marta, construyeron con sus propias manos y esfuerzo, también en el Paraná Mini. El apellido esta arraigado a esa zona de la segunda sección de delta, por su presencia comercial, por su ayuda a los vecinos, por su rol social en la comunidad de la isla, por la presencia en todos los acontecimientos de la región. Son parte del Delta y de una historia de antaño en épocas memorables para los isleños.
Desde 1973, Antonio y Marta contaron con una noble, cómoda y versátil embarcación llamada “Patricia” para realizar los largos viajes semanales al continente y para la movilidad necesaria por los ríos de las islas. Esta lancha en cuestión le fue encargada a Pedro Vizanelli, uno de los pocos artesanos de la madera que quedan y que aún en estos días conserva su astillero en el Arroyo Correntoso, también en la segunda sección del Delta del Paraná.
El diseño responde a una clásica canoa isleña con una carroza en la zona de proa y una zona abierta desde la media eslora hasta la popa, espacio que sirve para carga de mercadería, primordial para los que viven en la isla y más en el caso de la Familia Aulicinio que contaban con comercio. Se hicieron tres modelos similares y esta es la de mayor eslora, con 9 metros. Esta construida a mano en cedro con las maderas cortadas a serrucho.
La lancha siempre estuvo en uso y fue muy bien cuidada. Hasta en la casa de Aulicino contaba con un garage acuático. Una especie de techo a dos aguas con cerramiento laterales y portón. Por lo que “Patricia” permanecía en el agua, pero bajo techo.
Hace uno años, don Antonio Aulicino partió para siempre de este mundo y su lancha quedo guardada, pero ya sin que la usen para los viajes al Tigre o para la carga de mercaderías que era tan habitual para la embarcación. Entró en un proceso de decadencia, lógica secuela del implacable paso del tiempo.
Guillermo Martínez, actual propietario, supo de la existencia de “Patricia” e intento adquirirla en una oportunidad, pero no tuvo suerte. Lo volvió a intentar un tiempo después, hasta conseguir que los familiares de Aulicino accedan a su anhelo.
“Compre una historia”, comentó Guillermo cuando nos relató esta historia y los momentos transcurridos hasta poder navegar en su flamante lancha de madera.
Si bien tuvo unos años de abandono, la solida estructura y la calidad de sus maderas, sumado a la excelente construcción, hicieron que la lancha mantenga su estructura original. El trabajo de restauración lo hizo su constructor, Pedro Vizanelli en el viejo astillero ubicado en el Arroyo Correntoso.
Después de unos meses y con la intención de mantener la originalidad casi al cien por ciento, la lancha fue dada de alta de su repaso, podríamos decir, de media vida.
Para homenajear su historia, su primer dueño y para que la leyenda siga estando presente en el delta, en el río y entre los isleños, Guillermo Martínez rebautizo la lancha con el nombre de “Antonio Aulicino”. Eso sí, en nombre “Patricia” quedó grabado en el cedro de la sentina, por esas cosas de la superstición, vio?.
Lancha clásica “Antonio Aulicino”
Año: 1973
Astillero: Pedro Vizanelli
Eslora: 9,00 metros
Manga: 2,60 metros
Puntal: 1,50 metros
Motor: Volvo Penta Turbo Diesel
Potencia: 220 hp
Velocidad: 44 nudos
Capacidad personas en cockpit: 6