El velero ruso Kruzenshtern, el segundo más grande del mundo, llegó a Buenos Aires y estuvo disponible hoy para los cientos de visitantes que se acercaron hasta la Dársena Norte del puerto de Buenos Aires para ver la embarcación, ubicada al lado de la Fragata Libertad.

El velero de 4 mástiles, construido en Alemania en 1926, es el buque escuela de la Armada de la Federación Rusa y lleva el nombre en honor al almirante Adam Johann von Krusenstern, quien fue el primer ruso en circunnavegar la tierra.

“Salimos de Kaliningrado en diciembre y ahora estamos en el mar por tres meses. Venimos de Europa hasta Ushuaia (Tierra del Fuego) y ahora vamos a volver despacio. El objetivo de este barco es el entrenamiento para futuros pesqueros y comerciantes”, explicó a Télam Cristina Hieber, supervisora de prácticas del barco, quien tiene a cargo los 120 cadetes que trabajan y se educan a bordo.

El velero ruso realiza una larga expedición para celebrar el bicentenario del descubrimiento de la Antártida por los navegantes rusos y el 75 aniversario de la victoria en la “Gran Guerra Patria”, tal como los soviéticos llaman a la guerra contra la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial.

Ya visitó los puertos de Río de Janeiro (Brasil), Montevideo (Uruguay), Ushuaia y llegó el sábado a Buenos Aires y mañana parte temprano hacia Las Palmas de Gran Canaria (España).

“Me encanta Argentina, la gente es muy hospitalaria, muy sonriente. Me gusta la carne y el café”, aseguró Hieber.

El barco, que tiene 3.722 metros cuadrados, y pesa centenares de toneladas, recibió cientos de visitantes que se sacaban fotos con los timones y maquinarias, algunas de ellas originales de cuando se construyó la embarcación.

La gente interactuaba con los marineros que estaban a bordo con cierta dificultad ya que sólo algunos hablaban un poco de inglés además del ruso.

Un joven argentino y una joven cadete sonreían y se comunicaban a través del traductor del celular bajo un sol agobiante que obligó a los visitantes a llegar con botellas de agua y ropa liviana.

“Somos de familia de marineros, yo hice el Liceo Naval y le quiero transmitir estos conocimientos a mi nieto. Le encantan los barcos y este es impresionante, nunca vimos algo así”, dijo a Télam Roberto, que fue junto a su nieto Manuel, de 5 años.

Darío, otro visitante, opinó que “es fantástico, se ve mucha tecnología. Lo único malo es que nadie habla español para que te explique”.

En el enorme barco, que mide más de 100 metros de eslora, los cadetes despiertan a las 7 y se vuelven a acostar a las 23, y reciben cuatro comidas diarias, trabajan y estudian casi sin descanso, según comentaron.

“Vivir aquí es increíble, todos trabajamos para nuestro futuro, aprendemos todo el tiempo”, comentó Egor que se encontraba fumando junto a Max, ambos cadetes que quieren ser marineros.

El Kruzenshtern se divide en dos largas y sinuosas galerías de acero, con pesadas puertas a los costados que conducen a camarotes, comedores y salas de operaciones.

A bordo tiene un museo, una iglesia ortodoxa rusa y se pueden ver fotografías en numerosos puertos del mundo y banderas de cientos de países.

Fuente: www.telam.com.ar

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