bajante del Paraná

Por cuarto verano consecutivo, las aguas del Paraná siguen marcando un pulso de bajante. Este jueves, la altura en la ciudad de Santa Fe era de 1.27 metros -contra 3.25 metros de promedio histórico-, mientras que en Rosario apenas midió 0.97, muy por debajo de los 3.02 metros habituales para el primer mes del año.

Las aguas marrones del Río Paraná siguen marcando un pulso de bajante por cuarto verano consecutivo, que por su duración temporal ya es la más importante desde que hay registros históricos. Después de una recuperación importante a finales de la primavera, ya entrado el mes de diciembre el río marrón volvió a perder parte de su caudal para estacionarse en valores muy inferiores a los promedios históricos para esta época del año.

En la ciudad de Santa Fe, este jueves 5 de enero la altura del río era de 1.27 metros (contra 3.25 metros de promedio histórico) mientras que en Rosario apenas midió 0.97, muy por debajo de los 3.02 metros habituales para el primer mes del año.

Desde el Instituto Nacional del Agua (INA), el organismo estatal encargado de monitorear y estudiar el comportamiento de los cursos de agua, informaron que los niveles del Paraná siguen en el rango de aguas bajas y con perspectivas descendentes durante las próximas semanas, pero alejados de los niveles extremos del verano pasado, cuando se registraron las alturas más bajas en 70 años.

“Hoy Rosario marca 0.97 mientras que el 5 de enero pasado estábamos en -0.19, obviamente estamos mejor a pesar de seguir en bajante. Desde mediados de agosto venimos diciendo que a final de año íbamos a tener una tendencia predominante descendente, pero con muy muy baja probabilidad de volver a los niveles extremos de enero de 2022”, explicó Juan Borus, experto de ese organismo.

Según el especialista, el Paraná seguirá bajando al menos hasta la tercera semana de enero para encontrar en ese momento, muy probablemente, su piso, y empezar luego una “muy gradual tendencia a estabilizarse y comenzar un retorno muy lento a la normalidad”.

Desde el INA, que en su página web tiene una sección especial destinada a la bajante extraordinaria del Paraná, explicaron que las características de este fenómeno que se registra desde mediados de 2019 “impone la realización de permanentes análisis de actualización considerando informaciones climáticas, meteorológicas, hidrológicas e hidráulicas”. “Si bien las condiciones son en general mejores que las observadas en 2020 y 2021, la perspectiva climática aún no permite establecer un límite temporal del escenario de aguas bajas predominantes iniciados a principios de 2020”, indican.

Según Borus, la explicación a la nueva bajante del río está en el comportamiento de las lluvias durante el último tramo del año pasado, en diferentes lugares de la cuenca: “Vemos el período de bajante que le debía seguir a la interrupción de las lluvias de primavera”, dijo. Es que durante la última semana de septiembre y octubre llovió en la zona de respuesta rápida e incluso en la cuenca no regulada, pero luego esas lluvias se comenzaron a dispersar.

“Durante noviembre se mantuvo esa falta de lluvia y empezó a disminuir el aporte del Iguazú y de la cuenca no regulada, así como la del Paraguay. Todo eso se juntó y por eso en diciembre comenzamos a ver una clara tendencia descendente que esperamos que siga hasta finales de enero, para luego estabilizarse”, comentó.

¿Cuáles son las perspectivas del río?

Borus señaló que, en relación a la perspectiva climática para el primer trimestre del año, se esperan para la mitad norte de la alta cuenca del Plata (Brasil, Paraguay, Iguazú y Misiones) lluvias normales, lo que permite pensar que “poco a poco en el primer trimestre el aporte de la mitad norte se va a estabilizar, para luego aumentar”.

Otra situación a seguir de cerca es lo que pase con las cuencas del Bermejo y del Pilcomayo: “el Pilcomayo inferior está seco en gran parte y esa es una situación que hay que seguir de cerca, porque si bien son dos ríos paralelos su respuesta hidrológica es muy distinta”. Si crece el Bermejo, que es lo esperable para enero o febrero, además de los problemas de desbordes habría un agregado muy particular, que es el mayor transporte de sedimentos. “Con el Paraguay y el Paraná bajos, una descarga de sedimentos del Bermejo traería más complicaciones para las tomas de agua chaqueñas y correntinas, por una mayor turbidez”.

Finalmente, el especialista subrayó que se esperan lluvias por debajo a las normales en las seis provincias del Litoral entre enero y marzo, lo que va a acentuar las ya de por sí muy graves condiciones de sequía a nivel regional. Esto, además de complicar mucho el escenario productivo agropecuario y de tensionar los arroyos afluentes al Paraná medio -que hoy están con mínimos aportes de agua- suma un problema extra grave: deja a muchas poblaciones rurales alejadas de los grandes ríos o de los ríos afluentes con serios problemas de captación de agua, ya que las napas freáticas también están muy deprimidas.

Fuente: Aire de Santa Fe

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