Científicos de la Universidad de Southampton investigan el potencial de la tecnología como parte de los esfuerzos para descarbonizar el sector marítimo
Desde que el ser humano descubrió las ventajas del viento ha podido viajar más lejos y más rápido que andando o a caballo. La industria marítima nació con el primer bote impulsado por una vela. La llegada de los motores y el carbón propiciaron un aumento de tamaño de las embarcaciones, convirtiéndolos en inmensas estructuras capaces de desplazar más carga que cualquier otro medio de transporte existente. Sin embargo, el coste medioambiental es considerable y por eso desde la Universidad de Southampton, en Reino Unido, proponen una vuelta a los orígenes para reducir el impacto.
Cada día, miles de grandes buques surcan las aguas de todo el mundo. Petroleros y grandes portacontenedores resultan muy lesivos para el medio ambiente ya que emplean grandes cantidades de combustibles fósiles para sus recorridos. Crear una industria naviera neutral en emisiones suena más a un sueño que a una realidad, pero diversos proyectos están en marcha con la intención de minimizar, aunque sea un poco, el daño que estos barcos provocan a la atmósfera. Su necesidad, en un mundo tan globalizado, es enorme, pero alguna solución debe haber.
Mejorando la tecnología
Al igual que los coches nacieron de la mano de la electricidad y ahora vuelven a ella, los científicos ingleses han pensado en una vuelta a los orígenes del mundo marítimo. El viento hoy supone más un problema que una ayuda para los grandes buques, pero ¿qué pasa si vuelven a trabajar de la mano? El proyecto se centra en las grandes velas rígidas, similares a las empleadas por los barcos de la Copa América de Vela, como un formato de soporte que alivie la necesidad de quemar combustible. Los ingenieros de la Universidad de Southampton trabajan en la creación de un software avanzado que permita explotar al máximo el efecto del aire.
En sí, el funcionamiento sería bastante sencillo. Tras una modificación en la cubierta, el barco contaría con un número determinado de grandes velas rígidas, denominadas alas FastRig, desarrolladas por la empresa británica Smart Green Shipping. Estas se desplegarían en momentos puntuales en los que el viento a favor ayudaría al barco en su desplazamiento sin la necesidad de usar los motores de las bodegas. Con un tamaño de 20 metros por vela, el impulso generado por el dios Eolo podría reducir significativamente el impacto medioambiental de los grandes buques y de todas aquellas naves recreativas que puedan instalar las alas FastRig.
Por el momento el proyecto está lejos de ser una realidad, pero los científicos de la universidad inglesa ya buscan fondos con los que desarrollar los primeros prototipos. El doctor Joseph Banks, responsable principal del estudio, ha comentado: “Este es un proyecto innovador porque la tecnología se puede adaptar a embarcaciones preexistentes para reducir rápidamente las emisiones de los barcos existentes y ayudar a crear barcos más silenciosos y libres de emisiones en el futuro que no dañen los entornos oceánicos y mejoren la calidad del aire en puertos, pueblos y ciudades”.
La industria del automóvil está haciendo grandes progresos en el campo de la electrificación, aunque otros sectores se ven muy limitados por la escala. Aunque ya existe una amplia variedad de barcos eléctricos o híbridos, los grandes buques siguen representando una parte muy importante de la contaminación del sector marítimo. Diversos proyectos a lo largo y ancho del mundo centran sus esfuerzos en reducir su impacto nocivo, aunque por el momento ninguna solución viable o definitiva parece próxima. Las velas rígidas pueden representar una opción.
Fuente: Híbridos y eléctricos