El “Aita” fue botado en 1934 y tiene 86 años. Cuenta con 12 metros de eslora y hace un tiempo fue restaurado totalmente manteniendo su originalidad. Por su estado de conservación es una verdadera “perlita del río”.
Por Gastón Larripa / gaston@comunidadnautica.com
Los nombres que los propietarios y usuarios le ponen a sus barcos, en la mayoría cuando estos son botados, guardan en sí mucha significancia. Muchos optan por el nombre de uno de sus hijos, padres, familiar o hasta el propio mismo (“Luisito”), es muy común ver nombres de personajes históricos (“Bethoven”), una circunstancia de la vida también se estampa en un barco (“Felicidad”), lugares relacionados a la náutica se leen también en las popas (“Buen Puerto”) y hasta nombres de embarcaciones famosas (“Calypso”).
Nuestra historia se remonta a 1934, en la por entonces prospera ciudad de Tigre “alimentada” en aquella época de las riquezas que llegaban del Delta (frutos, maderas, mimbres, artesanías, entre otras cosas). Si bien no hay instantáneas del aquel momento, nos imaginamos a un niño, de pelo corto y peinado con raya al costado, camisa, bermudas y botas que le cubrían solo hasta el tobillo. En ese momento desde el astillero Ortholan asomaba una “anguilera” (elemento y sistema utilizado para la botadura de embarcaciones) con un barco de madera sobre sus bordes. En ese momento ese niño, hijo del flamante propietario, le dijo con exaltación a su padre: “…ahí ta papá…”. Por eso, desde ese momento este barco se llama “Aita”, una especie de apócope de las palabras del chico, que el padre utilizó para bautizar su barco.
Se trata de una embarcación que hace solo unos pocos años se encontraba semihundido y apenas atado a un muelle de la isla. Su actual propietario se apiadó de él y emprendió la tarea de restauración para que el “Aita” volviera a brillar como en los años 30´. El objetivo se logró y con creces.
La excelente labor estuvo en manos de “Náutica Nahuel”, con la conducción de Eugenio Ruso y la aprobación de cada detalle del dueño, los trabajos fueron meticulosos y se trató de mantener la originalidad en cada sector, manteniendo las líneas tradicionales y la ambientación de la época.
Se respetaron íntegramente las calidades de sus maderas (viraró, cedro y lapacho).
Exteriormente se destaca la proa descubierta donde se puede aprovechar como lugar de estar y solarium. Solo observamos un sistema de fondeo de dos anclas totalmente original y restaurado, el cual funciona como en los viejos tiempos.
La carroza es la gran estructura visible del barco y hacia popa fue adaptado un puesto de gobierno para una personas, desde donde se logra una excelente visibilidad.
En popa, el cockpit otorga otro sitio para estar en contacto con el aire libre. Un sillón, también de madera, se ubica sobre toda la manga de este sector.
Ficha Técnica
-Fabricante: Astillero Ortholand
-Año: 1934
-Diseño: Blanchard
-Eslora: 12mts
-Manga: 3 mts
-Motor: Mercedes Benz Maxium de 110HP Turbo Diesel.
-Tanque de combustible: 300 Lts. de gasoil
-Tanque de agua: 200 Lts.
-Restauración: 2008 por Náutica Nahuel
-Responsable: Eugenio Ruso.
Equipamiento
-Bowthruster –
-Malacate Eléctrico
-Inverter
-Instalación eléctrica nueva
-Ancóras (2) de 50 KG.
-Ecosondas duales (2)
-Ploter – VHF (2)
-Compás (2) con rosas restaurados de la época.
Si el “Aita” es bello por fuera, más aún es por dentro. La decoración, el buen gusto, la disposición, los bronces, artefactos, la visible madera, hacen que el ambiente sea sensiblemente habitable.
Cuenta con un camarote en proa con cama matrimonial y baño en suite, en Europa dirían la cabina del armador, aquí, la del propietario. Siguiendo con las comodidades para pernoctar a bordo, en popa ofrece otro camarote con cuatro camas individuales, dispuestas dos en cada banda.
A media eslora y lo más voluminoso del barco, es el salón timonera. La comodidad y confort en este sitio se compone de sillón sobre una banda, TV, mesa y amplios ventanales que le otorgan mucha luz natural. El puesto de gobierno interno se ubica sobre babor.
El resto de los ambientes se componen por una cocina sobre la banda de babor y un segundo baño, con ducha.
En su interior todo es confort y se realza la ornamentación en bronce antiguo, tapizados bordo y muchísima madera, lo que convierte a sus ambientes en cálidos, muy invitantes a permanecer en ellos.
Por su historia, por sus años, por su nombre, por la pasión de su propietario, por la exquisita restauración, por la jerarquía del astillero constructor, el “Aita” es una clásica “Perlita del Río”, esas que engalanan nuestra náutica, nuestros barcos.