El emblemático espejo de agua de la ciudad, la laguna Setúbal, volvió a relucir tras un largo período de sequía que la había dejado “seca”, con grandes bancos de arenas y arcillas que conforman el suelo o fondo lagunar.
También se podían ver las siluetas de los pozos de dragado realizados hace unas décadas atrás, cuando se rellenaron los terrenos para el barrio El Pozo, el Parque Tecnológico y el predio de la UNL.
Pero un día el agua volvería a ingresar a la laguna desde el río Paraná a través del delta del arroyo Leyes. Y ese día llegó. Así, la postal desde el Faro y desde la Costanera Este es nuevamente de agua. Apenas asoman a la luz los bancos más altos, de proporciones reducidas.
Pero todo indica que esta creciente del Paraná será sólo “un suspiro”. El pronóstico del Instituto Nacional del Agua (INA) señala que este martes 14 el Paraná llegó a su pico y en las próximas horas comenzaría a descender nuevamente. Por ende, los bancos de arena y arcillas sólo se pegaron “un chapuzón” y pronto emergerán nuevamente contra el sol.
El río Paraná medido en el hidrómetro del Dique II del Puerto de Santa Fe por la Prefectura Naval Argentina señala este martes un nivel de 0,94 metros. Mientras que el reporte semanal del INA, dice que en el día de la fecha la crecida alcanzó su pico. Y en las próximas horas volvería a descender.
Otro informe del INA sobre los posibles escenarios hidrológicos durante los meses de septiembre a noviembre, señala que “la bajante del río Paraná, de características extraordinarias, seguirá siendo motivo de especial monitoreo diario”, y agrega que “la perspectiva al 30 de noviembre es aún desfavorable, con probabilidad cierta de extenderse en los subsiguientes dos meses, por lo menos”.
Cabe recordar que la bajante histórica del Paraná dejó al río durante un largo período en niveles muy bajos. En la ciudad de Santa Fe esto se puede observar a simple vista desde la Costanera, con la laguna Setúbal casi “seca”.
Consecuencias
Esa permanencia de la bajante es a veces tan agresiva como las crecientes. Y es la que provocó, por ejemplo, los desmoronamientos en las barrancas aguas abajo de ese curso de agua, en la zona de Sauce Viejo. Esto obedece a la falta de presión que ejerce el río contra la costa. Así la tierra se agrieta y se desprende, como ocurrió la semana pasada en una vivienda de dicha localidad.
El pico de bajante se dio hace casi un mes atrás, cuando el Paraná descendió en Santa Fe a -0,19 metros (18 de agosto). Luego se mantuvo por unos días en ese nivel y comenzó a subir lentamente. La tendencia proyectada por el INA para el 21 de septiembre es de 0,82 metros.
Fuente: El Litoral