Por Mariana González / Fotos Cecilia Polga

El anonimato que vivió Brujas durante más cuatro siglos ha hecho que sea una de las ciudades medievales mejor conservadas del mundo. Fue fundada en el siglo XI alrededor de una fortaleza del siglo IX.

Muchos a lo largo de los años la han llamado la “Venecia del norte”, aunque solo hace falta haber estado solos unas horas en la ciudad italiana, para desmentir esa afirmación, aunque Brujas es sin dudas una de las ciudades más lindas del mundo. Cuando uno se imagina Bélgica, a menudo piensa en Brujas. Los canales serpentean a través de la ciudad como un collar de perlas, con calles de adoquines, arcos de ladrillo, iglesias de piedra y puentes pintorescos, en ella es casi imposible tomar una mala fotografía. Si a esto le sumamos cisnes sobre el agua, carruajes tirados por caballos en las calles y narcisos en el parque el resultado es casi mágico. Es como un viaje al pasado en la Europa del norte.

Nuestra visita se limitó a un día, cosa que alcanza si uno planifica un paseo por la ciudad y no tiene en los planes permanecer mucho tiempo en sus museos e iglesias monumentales. Alojados en Bruselas, tomamos el tren desde la estación “Bruselas Midi” y en menos de una hora estábamos ya en Brujas.  Nuestro primer destino fue caminar la Plaza Mayor, también llamada Markt. Esta plaza es el centro neurálgico de Brujas. En ella se sigue celebrando un mercado todos los sábados que reúne a gran parte de ciudad. Está rodeada de antiguos edificios, palacios, museos, cafés, cervecerías y chocolaterías. Vale arrancar la mañana con una taza de chocolate (si la visita es en invierno como en nuestro caso) y luego seguir.

A escasos metros, se encuentra Belfort, la torre más característica de Brujas. Desde la parte más alta, a 83 metros de altura y tras subir 365 escalones, se obtienen las mejores vistas de la ciudad. Un punto panorámico para contemplar los canales que durante mucho tiempo hicieron que la ciudad fuera un importante y próspero centro comercial del norte de Europa. A finales del siglo XV, cuando el río Zwin se encenagó, la ciudad comenzó una época de decadencia y los canales se transformaron solo en vías navegables para embarcaciones turísticas.

A principios del siglo XX, cuando la ciudad estaba muy abandonada y sumida en la pobreza, fue objeto de una profunda restauración, convirtiéndose en un importante destino turístico.

Actualmente, más de 3 millones de viajeros visitan sus empedradas calles cada año, convirtiéndola en la ciudad más visitada de Bélgica, por delante de Bruselas. Brujas es la capital de la región de Flandes Occidental.

Después de escuchar parte de la historia de la ciudad en un paseo en lancha por los canales, llegó el momento del almuerzo. De casualidad fuera del circuito turístico (a unos 10 minutos caminando de la plaza Markt, encontramos La Taberna Vlissinghe (Blekerstraat 2) que data del siglo XVI, quizás el establecimiento más antiguo de este tipo de Bélgica. Decorado con muebles barrocos de madera y una salamandra que da un calor intenso, el lugar es altamente invitante y cálido. Ahí, tomamos una riquísima sopa que nos aclimato el organismo y luego un plato de tallarines a la bolognesa que realmente nos devolvieron fuerzas para seguir el día. Todo acompañado de una cerveza rubia artesanal realmente deliciosa.

Por la tarde, la propuesta fue caminar sin destino y perdernos en la intricada ciudad. Descubrimos barrios residenciales, vimos la vida de los locales y entramos a negocios a donde solo van los lugareños. Esta es una propuesta interesante para salir un poco de la rutina turística que proponen las guías tradicionales.

De regreso al centro, el cual está cerrado a los coches y solo se observan caminantes y carruajes, visitamos dos sitos imperdibles como son el Stadhuis, el edificio más característico del centro histórico. Su fachada data de finales del siglo XIV y en la actualidad es el Ayuntamiento. Muy cerca, La Iglesia de Nuestra Señora, la más famosa de Brujas, con su torre de 122 metros que es la más alta de Bélgica.

Gente de todo el mundo busca ya sobre la caída del sol, las últimas imágenes de esta urbe que acapara los sentimientos. Otros, como nosotros, buscan la mejor terraza (mesas en las veredas) de la plaza mayor para tomar la última cerveza en Brujas. Contemplar desde ahí ese lento ir y venir de parroquianos caminando por el empedrado que acuña miles de años de historia.

El tren salió a las 21 horas (cada media hora hay uno) de regreso a Bruselas. Atrás quedo la vivencia de haber visitado esta metrópoli incluida en el Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, Brujas tiene el ejemplo mejor conservado de casco urbano medieval y si está dentro de las posibilidades, no hay que dejar de experimentar ese autentico viaje al pasado.

Datos útiles

-Trenes desde Bruselas u otra ciudad: www.raileurope.com.ar

-Para almorzar o tomar cerveza: La Taberna Vlissinghe (Blekerstraat 2), www.cafevlissinghe.be

-Información turística: www.visitflanders.com/es/destinos/brujas

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