A través de un comunicado en la cuenta de Facebook de “Palau Barcos” se conoció en las últimas horas la triste noticia. Don Alfredo era un referente en el mundo de la vela, especialista en jarcias y amante del río.
En homenaje a este “señor de la náutica” reproducimos una nota sobre su vida en la actividad náutica publicada en en el portal Sailor Weekly el viernes 29 de mayo de 2020. Artículo en conmemoración al cumpleaños número 100 de don Alfredo por aquellos días.
El artículo completo
Alfredo nació justo al terminar la primera guerra mundial y atravesó distintas crisis mundiales y nacionales; vivió la gran crisis del 30 cuando tenía ya diez años, su infancia en tiempos de la posguerra y su juventud en la 2da Guerra Mundial.
Cuando Alfredo nació solo existían medios gráficos y la radiodifusión llegaba a nuestro país solo unos meses después que Alfredo Palau, el 27 de agosto de 1920.
El automóvil era toda una modernidad y era el momento en que las primeras líneas aéreas del mundo nacían, Al Capone y la ley seca regían en Chicago y recién en 1950 se crearía de la fusión de Alfa, Zonda, Fama y Aeroposta, Aerolíneas Argentinas.
Los veleros en el Rio de la Plata eran de madera y la televisión llegó a nuestro país a mediados de los 50. “Durantes las grandes crisis políticas, nos íbamos a las islas del Delta para estar tranquilos.” Afirma Alfredo (h).
La revolución social moderna, Palau la vivió completa, desde aquellos hombres y mujeres que en los 50 amedrentaban a las chicas que llegaban a las playas de Mar del Plata en bikini o simplemente con un traje de baño de dos piezas, hasta la actualidad del 2020 donde mostrar el tuje, es casi un signo de buenos modales.
En enero de 2012 tuve el placer y honor de poder entrevistar a Alfredo Palau, padre e hijo juntos, en sus oficinas que ya se deberían considerar patrimonio histórico/cultural de la Vela en San Fernando, la “Capital Nacional de la Náutica”.
Palau es un apellido catalán y Alfredo me asegura que sus cuatro abuelos, fueron catalanes. Pero tanto él como sus padres, nacieron en Argentina.
Alfredo me cuenta que estudió Ciencias Económicas aunque no se recibió y luego se dedicó a Estadísticas en la Corporación para la Promoción del Intercambio que después lo nacionalizaron y “pasé a formar parte del IAPI (Instituto Argentino de Promoción del Intercambio)” me cuenta Alfredo en el primer bloque.
Alfredo se subió por primera vez a un bote, cuando estaba estudiando allá por finales de la década del 30 cuando la 2da Guerra comenzaba, Palau remaba en el Buenos Aires Rowing Club pero luego pasó al club Canotieri y durante un tiempo que estuvo en Rosario, también disfrutó del remo en el Club de Regatas Rosario.
A fines de los 40′ Alfredo formó familia y todos disfrutaban del remo en el Delta de Buenos Aires con el agua límpia y una vida isleña próspera, con quintas frutales, un paisaje y una cultura que hoy se extraña, me aseguran padre e hijo que entonces estaban con el sueño de algún día poder tener un bote un poco más grande que navegara a Vela.
Una linda anécdota que me enteré por Nicolás Dono y Alfredo me la confirmó, fue que ese sueño se materializó cuando a fines de los 50′ Alfredo Palau compró un velero construido de madera de unos 6 metros y que se lo había vendido el padre de Nico Dono.
En 1972 Alfredo fue la primera vez que llegó a La Barra de San Juan y nos cuenta que obviamente el bosque era más chico y todavía tenía el teléfono antiguo con manija.
Recuerda que el muelle lo construyó Aarón para atracar un importante crucero de su propiedad, el PAMPA que zarpaba de Dársena Norte los viernes a la noche con los amigos de Anchorena abordo y con rumbo a La Barra.
“Ya estaba todo, no se hizo nada y en tal caso, se deshizo. Claro que el monte progresó y se puso más lindo, pero fue lo único que avanzó.”
Luego Alfredo logró comprar un Cadete que disfrutó durante 8 años, un velero de madera con casco facetado del estilo del Grumete, pero de mayor eslora y con el que se dieron el gusto de ganar algunos campeonatos de la fórmula internacional de aquellos tiempos, la CCA (Cruising Club of America).
Los Palau, padre e hijo, contribuyeron mucho a la Vela en San Fernando donde Alfredo fue Capitán de Yachting y desarrolló el deporte a un excelente nivel de donde salieron figuras como Juan De La Fuente entre muchos otros.
Prueba de esto, la cantidad de mensajes que recibió en su cumpleaños número cien y la distinción del Club Náutico Azopardo que le brindo un espacio especial nombrándolo socio honorario.
Entre las patriadas que tienen en su extensa carrera náutica, Alfredo Palau fue quién construyó en el Delta, los primeros 10 Optimist que surcaron las aguas del Rio de la Plata y que en ese entonces eran de madera.
En 1970 cuando Alfredo Palau (p) era Capitán de Yachting del Club San Fernando, cuando fundó la primera Escuela de Vela de dicho club. Luego Afredo (h) también fue Instructor Ad honorem, “porque en aquellos tiempos, era un honor ser el instructor del club”, me asegura Alfredo.
En esos tiempos, los Palau vieron cómo el Optimist ganaba gran auge en el viejo continente y EEUU, por eso, pensaron que sería ideal traerlo a Buenos Aires donde los chicos comenzaban a navegar hasta ese momento, en Pengüin o los Batitu del CNSI.
Alfredo se entusiasmó y pidió los planos del Optimist directamente al origen de la clase, en Clear Water, una localidad del occidente de La Florida en USA donde nació el estelar barco inicial de la Vela para niños.
Los construyeron en 1970, cuando los sabios de la Vela o expertos boicoteadores, los acusaban de que se querían enriquecer con el club y que el Optimist no servía como barco escuela, que el barco era el Batitu, etc.
Al final el Club Universitario Buenos Aires les compró 8 barcos que algunos llegaron incluso a navegar en este Siglo XXI.
Unos años después, llegaría el título mundial de Martín Billoch y una cantidad de éxitos argentinos en el Optimist.
Por otra parte, la familia Palau completa, podríamos decir que son los “ángeles de la guarda” argentinos de La Barra de San Juan, donde siempre colaboran tanto con el señalamiento de la boca del rio San Juan, hasta la preservación del medio ambiente y la tranquilidad característica de este fantástico lugar de la República Oriental del Uruguay.