La sequía azota a Misiones y afecta tanto en su economía como también en sus paisajes naturales. Esto se puede observar con facilidad en el límite entre Montecarlo y la Isla Caraguatay, donde la bajante del río Paraná deja ver una imponente y desoladora postal.
Aunque las piedras son las protagonistas del paisaje, la bajante de uno de los ríos más importantes del país también deja en evidencia a otro de los enemigos más crueles que tiene la naturaleza, la contaminación.
Restos de vidrios rotos que antes eran botellas de vinos, envases de gaseosas, zapatillas, restos de latas, entre otros objetos yacen entre las piedras y acompañan al crítico paisaje que nos presenta una de las crisis hídricas más severas de los últimos años.
Las crisis son oportunidades de cambio, dicen algunos sabios, y este contexto histórico puede resultar como una oportunidad única e irrepetible para los lugareños de realizar tareas de limpieza en la zona que hasta el momento solo es utilizado para realizar caminatas y excursiones.
De todas formas, la sequía sirve para reflexionar sobre la importancia del correcto uso del líquido vital como así también del impacto que genera un pequeño pero relevante acto de contaminación en los diferentes recursos naturales.
Fuente: El Territorio