faros

La Torre de Hércules es el único faro de fábrica romana que desde sus orígenes hasta la actualidad ha cumplido con su función primigenia, la de servir de señal marítima e instrumento de navegación para las embarcaciones que en su travesía atravesaban y atraviesan el corredor atlántico.

Fue construido entre la segunda mitad del siglo I y principios del siglo II d. C. por el Imperio Romano, en el“finis terrae” del mundo conocido, para acompañar a los barcos que bordeaban el extremo más occidental del Imperio. Se localiza en el NO de la Península Ibérica, en la ciudad de La Coruña, en Galicia.

El lugar elegido para su emplazamiento fue una loma rocosa, denominada punta Eiras, de casi 57 metros de altura, que se encuentra entre punta Herminia y punta del Orzán, dominando el extremo septentrional de la península en la que se asienta la propia ciudad de A Coruña.

Cuando los romanos construyeron la Torre, eligieron unos terrenos que formaban parte de un espacio de culto o santuario indígena. Era frecuente que los celtas consagraran promontorios costeros a divinidades asimilables a Hércules. Además en el caso coruñés se da la coincidencia de que las tres rocas que se sitúan en el mar, frente a Punta Eiras, se conocen como Buey, Vaca y Becerro, los mismos topónimos que se repiten en el santuario de Kenmare, en la costa SO de Irlanda, en donde las tradiciones ubican la isla de Donn o de los Muertos. Por lo tanto, en los terrenos que rodean a la Torre habría en época prerromana un santuario vinculado a las creencias del más allá que corroboraría el carácter sagrado de toda la zona.

 

La Torre en el tiempo que se construyó quedaba alejada de la ciudad romana de Brigantium que dio origen a A Coruña, pero con el paso del tiempo la distancia se fue reduciendo hasta desaparecer y en la actualidad la Torre está integrada en la propia ciudad pero dentro de un gran parque urbano que ocupa 50 ha. de terreno libre de edificaciones, definido como suelo rústico de especial protección y dedicado a zona verde.

Toda esta zona recuperada tiene un gran valor paisajístico por ser un tramo de costa de enorme belleza natural, con acantilados abruptos que caen hacia el mar, formando un montón de entrantes y salientes donde rompen con violencia las olas del Atlántico.

Desde esta atalaya privilegiada se domina todo el Golfo Ártabro que comprende de cabo San Adrián a cabo Prior, una amplia zona en la que se encuentran las islas Sisargas, las islas de O Portiño, A Marola y As Gabeiras, además de la entrada de las rías del Burgo, de Betanzos y de Ferrol. Por su emplazamiento este parque que rodea la Torre es un observatorio desde el que a menudo se pueden ver especies de aves como los cormoranes, gaviotas, arcas y araos que tienen sus nidos en los acantilados próximos.

Fuente: www.nauticadigital.com

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