Destacado como el mejor jugador de rugby del mundo, fue embajador y se codeó con los grandes estadistas, trabajó en la política para engrandecer el deporte nacional y hoy construye desde abajo transmitiendo valores a través del deporte a los chicos menos tienen. Este es el retrato de un hombre que nunca abandonó sus principios ni se durmió en los laureles.

Texto Daniela Hegouaburu

Hugo Porta pone la humildad y los valores ante todo, en una charla que permite conocerlo como una persona que vivió (y vive) rodeado de éxito y fama en todo el mundo pero a la vez no se cree una estrella. Quizá la respuesta esté en la crianza que le dieron sus padres, que le inculcaron el estudio ante todo y el trabajo desde muy chico para ayudar con la economía familiar. Pero también jugó un rol importante el club (Banco Nación) donde creció y pasó la mayor parte de su  tiempo. Allí armó su familia y descubrió el deporte que le daría todos los reconocimientos y forjaría definitivamente su personalidad y carácter de líder. Eso mismo fue lo que lo llevó a ser el apertura más exitoso de la historia del seleccionado de rugby argentino de todos los tiempos. Admirado en todos lados por su capacidad de juego, las grandes potencias del rugby sufrieron su patada hasta el retiro, con varios premios en su haber y grandes hazañas deportivas.

Luego empezaría otra etapa en la que su buena imagen iba a representar al país pero desde el ámbito político, primero como embajador en Sudáfrica (a9199atadallos la semilla de los uds en su haber y hazañas deportivas.ncias del rugby sufrieron su patadallos la semilla de los ño 1991) reanudando las relaciones rotas entre los países y luego como Secretario de Deportes para colaborar con el desarrollo del deporte nacional. Pero el compromiso con los demás no terminó ahí, ya que desde la fundación Laureus que hoy preside, hace trabajo social para devolverles a los niños la capacidad de soñar, cultivar y fortalecer sus valores mediante el deporte. Ese mismo ámbito que hoy solo lo tiene cerca como un mero espectador, pero que tanto le enseño para su vida.

¿Qué te dejo tantos años de deporte?

El deporte me dio la posibilidad de conocer otros países, culturas, personas y luego la formación, de jugar un deporte individual y ser hijo único, a pasar a otro ámbito donde era uno mas del equipo. Mi primer partido jugué medio tiempo y no toque la pelota. Yo estaba acostumbrado a protagonizar y me enoje, pero decidí que iba a jugar igual. Ahí empecé a entender que uno puede recibir ayuda y a darla. El rugby me permitió expresarme, realizarme. Yo en la empresa familiar soy “Huguito”, soy hijo de…, pero en la cancha soy “Hugo”, soy yo. Fui yo, mejor dicho. Las etapas de la vida hay que vivirlas con intensidad y eso te permite ir superándolas. Seria muy triste si quisiera seguir aferrado al rugby.

Siendo el rugby un deporte amateur en tu época, ¿Cómo te arreglabas en lo económico?

Mis padres y mi familia eran los que me esponsoreaban. Yo no soy profesional y nunca lo fui. Yo puse, no saque nunca del deporte. También soy como una raza media en extinción, jugué para un solo club toda mi vida, nunca afuera del país y jamás gane dinero con el deporte. Gane otras cosas que suplen al dinero. Una vez me encontré con Maradona en un avión (yo en la cola del avión y el en primera) y me preguntó cuanta plata había ganado en esa gira. Yo le expliqué que iba a jugar porque me invitaban. El no entendía, “ustedes están todos locos”, decía. – ¿Y cuando juegan con lluvia y barro?, ¿Qué haces con la ropa? (risas), preguntó -“Mi vieja me lava la ropa en casa”, le dije. Le parecía imposible, pero era así, siempre lo fue. Solo una vez yendo a Nueva Zelanda a jugar un partido me dijeron que había plata, para mí eso era como un pecado y dije que no que no podía cobrar. Pero al final me regalaron pasajes a Tahití para vacacionar. Esa fue la única vez que jugué por algo.

 ¿Estas de acuerdo con la profesionalización del rugby?

Cuando uno es joven y te pagan por hacer algo es bárbaro. Pero existen distintas realidades en el mundo, en este país hay mas de 300 clubes que cumplen una función que va mas allá de lo deportivo, es social, a veces el estado no está y el club si. Yo defiendo ese rugby. Pero entiendo que tiene que haber un rugby profesional, pero es algo distinto, es para una elite, para pocos. Al rugby juegan 40 mil personas en el mundo. Lo que no hay que hacer es mezclar las cosas.

¿Cómo fueron tu entrada y tus años en la política?

Hubo un partido en mi carrera deportiva que tuvo una influencia increíble en mi vida con un equipo que lo llamábamos Sudamérica 15 porque no podíamos jugar en Sudáfrica con la camiseta argentina. Le ganamos a los Springboks, por única vez en la historia y yo tuve la suerte de hacer todos los puntos. Eso quedo enquistado para los sudafricanos.

De ahí que muchos años después cuando me retiré del rugby el presidente (Menem) me llamó a mi casa y me propuso ser embajador en aquel país. “Huguito”, me dijo, ¿Vos tenes idea de lo que es tu nombre en Sudáfrica?, llegó el momento de usar tu nombre en beneficio del país. El quería reiniciar las relaciones diplomáticas y abrir la embajada. Lo pensé  varios días, hasta me reuní con Cavallo para saber como se hacía el trabajo. En casa, con la familia decidimos probar. Yo siempre digo que soy el único embajador que se fue del país llorando.

Cuando llegue, primero presente las credenciales al presidente y después con Mandela (recientemente liberado). Me recibió en un despacho con su sonrisa que cautiva. El me conocía por el rugby, me dio la mano y me dijo: “De ahora en mas las cosas claras, no voy  a hinchar mas por tu equipo porque ahora tengo que hacerlo por Sudáfrica”. Mucho más adelante, me invito a su casa a tomar el te y me condecoro sin protocolo.

Mi rol como embajador era aumentar el intercambio bilateral, las relaciones comerciales. No podía jugar un rol político importante, para eso estaban el presidente de Estados Unidos, Gran Bretaña, etc. Trabajé mucho, al principio no había casa, oficina, nada, hasta colgué yo las cortinas de la embajada. Mi diferencial era no ser diplomático. Fueron años increíbles, hice muchos amigos, conocí al Papa Juan Pablo II, a grandes presidentes como Arafat o Fidel Castro, fui a la asunción de Mandela.

 ¿Como fue tu etapa siguiente como Secretario de Deportes?

Fue muy duro, mucho más que la embajada. Tenia la suerte de depender directo del presidente pero nunca me aumentaron el presupuesto. Hice cosas que creí que sirvieron. Lleve la secretaria al CENARD, que es donde esta el deporte. Yo estaba muy cerca de los deportistas, les conseguía lo que necesitaban, hasta les depositaba yo mismo las becas. Por esa cercanía tuve problemas con muchos dirigentes. No me gustó la experiencia, yo estoy acostumbrado a que la gente quiera estar conmigo, a la honestidad, no a la crítica. Vi las miserias y traiciones mas grandes que te puedas imaginar. Igual pienso que es importante que todas las personas tengan alguna vez un paso por la función pública, te enseña mucho.

 ¿Sufriste alguna vez la crisis de dejar el rugby?

Al principio no tuve tiempo. Estaba focalizado en aprender, cumplir una vocación diferente, no lo sufrí porque estaba ante un desafío mayor. La crisis del retiro vino cuando dejé la Secretaría en el año 2000, mis primos se estaban ocupando del negocio familiar y comencé a trabajar en una empresa suiza que se fundió y cerro. Entonces nuevamente volví a la empresa, me fui amoldando a eso y empecé a disfrutar de otras cosas. El rugby no era una opción. Volver me hizo tener los pies sobre la tierra. Hay que entender que no se llega a tener éxito de un día para otro. Se transita un camino que te ayuda a ir adaptándote. Viví cosas extraordinarias pero tenia los pies en la tierra, mi realidad era otra. Iba a Europa a jugar y me trataban como a un rey, luego volvía a mi país y mi viejo me decía “hay que ir a entregar 10 canillas a un cliente”.

¿Cómo es tu nuevo rol en la Fundación haciendo trabajo social?

Allí veo duras realidades pero me doy cuenta de que puedo transmitir un mensaje y eso llega. En el fondo es medio egoísta (me sale el hijo único ahí), se que les hago bien a los otros y a mi también, satisfago mis ansias de ayudar gente que lo merece.

Mi política hoy esta hecha desde la fundación, que es apolítica. Apoyamos proyectos que piensen el deporte de la misma manera que nosotros. El deporte es la excusa, lo que hacemos es encender en el chico la posibilidad de soñar. Porque lo que se pierde en un ambiente de tanta necesidad es esa capacidad y a través del juego ellos aprenden que en el futuro puede ser mejor. Mucha gente habla de los valores del deporte, que están ahí, no importa si la pelota es redonda o cuadrada, pero si no se transforman en virtudes de los deportistas, no sirven para nada. Siguen estando ahí. Es importante la competencia bien entendida porque un chico aprende mucho mas cuando pierde que cuando gana, con las reglas, con los compañeros. Es una forma de educarlos.

Su familia lo acompaña y participa activamente en este nuevo rol que a sus 62 años le trae muchas alegrías al ver que en mucho han contribuido a cambiar la vida de otras personas tras once años de trabajo. Hugo Porta es sin duda un referente para todos esos niños que nunca lo vieron jugar pero siguen su mensaje y para todos los demás que admiramos la nobleza de su trabajo con las nuevas generaciones.

 El trabajo de Fundación Laureus

La fundación comienza por la convocatoria de un sudafricano ex jugador de los Springboks que lo invita a ser parte. Con Nelson Mandela como presidente honorario quién marcó el camino: “Ustedes tienen la responsabilidad, por la llegada que tienen en los jóvenes, de que ellos hagan virtudes los valores que están en el deporte y para ello hay que trabajar socialmente”. Al principio se llamó “Sports for Good”, luego una empresa entro a formar parte y se fundó cada Laureus en distintos países con deportistas destacados a la cabeza de la talla de Franz Beckenbauer, Nadia Comaneci, Boris Becker, Michael Johnson, etc. El trabajo consiste en apoyar proyectos relacionados con el deporte que se financian con grandes torneos y un premio anual a figuras del deporte mundial.

Más información en: www.fundacionlaureus.org.ar

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