“Milano” es el reflejo del desarrollo, la industria, la moda y el glamour del norte de Italia.  Además, la ciudad guarda un enorme patrimonio cultural y monumental. El “Duomo”, “La Gallería a Vittorio Emanuelle II”, el “Castillo Sforza” el teatro “La Scalla de Milán” y la “Ultima cena de Da Vinci”, los lugares imperdibles.

De gira por algunas ciudades de Europa, nos llevó a hacer base en Milán durante cinco noches, ya que esta metrópoli del norte de Italia cuenta con una importante red de vías férreas que desde la estación “Milano Centrale” conectan con otras ciudades importantes de la región.  Hay muchas combinaciones, tarifas y opciones de viajes desde esta terminal. La estancia en Milán, nos permitió descubrir –con tiempo- algunos de los sitios más convocantes de esta enorme urbe, reflejo del desarrollo y poderío del norte.

Coordinada nuestra visita con Explora, la agencia que combina la promoción turística de la ciudad entre lo público y lo privado y ENIT, la agencia de promoción turística de Italia en Buenos Aires, visitamos El Duomo, uno de las más grandes catedrales católicas de Europa, una particular estructura gótica que comenzó a construirse en 1380. Su fachada tiene una altura de 180 metros y está hecha íntegramente en mármol de Candoglia. Me acuerdo de una visita de Luigi Volloresi, as del volante italiano, a la inauguración del Museo en Balcarce en 1986 donde hablaba del Duomo y decía que era una obra tan monumental que siempre estaba en construcción y que nunca se terminaba. Y eso es así.

La Piazza del Duomo es una invitación a permanecer en ella. A sentarse y ver pasar el mundo. Algunos milaneses apurados en sus rutinas, turistas, y personajes de los más variados. La piazza está rodeada de grandes edificios históricos, como La Galleria a Vittorio Emanuele II, monumento construido en 1861 en conmemoración de la unión de los distintos estados de Italia (Sicilia, Nápoles, Roma, Milán, Florencia, entre otros).  Al ingresar por la entrada de la Piazza del Duomo nos topamos con el café Campari, quizás el más tradicional de los milaneses. Ahí nació el nombre de “expreso”, ya que todos pedían un café apurados para seguir con sus rutinas de ciudad.  Como en toda Italia, se puede pedir un expreso en la barra y su costo de 1 euro (el mismo café en una mesa suele costar hasta 3 o 4 veces más). Por su puesto, tomamos un expreso. En mi caso, pedí un “macchiato”, que es como el cortado que conocemos por aquí.

Siguiendo nuestro recorrido por el centro de Milán, camino a uno de los teatros más afamados del mundo, pudimos apreciar las principales y más paquetas arterias de la ciudad, colmadas de casas de ropas de prestigiosas marcas, como la Tienda Fratelli de Prada, la más antigua de Italia de 1913.

Caminando por las calles empedradas, entre los tranvías naranjas que surcan el centro, la gran cantidad de motos y bicicletas y autos de alta gama, llegamos a La Scala de Milán, el teatro de ópera construido en 1778 por el arquitecto Giusepe Piermarini. Si bien su fachada no es tan espectacular, su sala con una de las acústicas más perfectas, es un reducto de la cultura sinigual. Las temporadas dan inicio los 7 de diciembre. En 1943, durante la Segunda Guerra Mundial, los bombardeos dañaron gravemente el teatro, que tres años después sería reconstruido. En el año 2002 el teatro volvió a cerrar sus puertas para su renovación y en 2004 fue reinaugurado con la primera obra que se representó en 1778, L’Europa Riconosciuta de Salieri.

Siempre a pie, la mejor manera de conocer y sentir estas fantásticas ciudades, caminamos hasta Piazza Castello, donde lo primero que se observa es una enorme fuente redonda. Ahí hicimos un pequeño descanso para luego ingresar al Castillo Sforzesco construido como fortaleza en 1368. Posteriormente fue transformado en un espléndido palacio ducal que quedaría prácticamente destruido durante la República Ambrosiana. La familia Sforza se esmeró por convertir el castillo en una de las cortes más magníficas de Italia, aunque posteriormente pasó a manos de los españoles y austriacos y recuperó su antigua función militar. Hoy, es un museo para recorrer y poder internarse en sus espectaculares y bien conservadas salas.

Nuestra visita, mucho más amplia que esta crónica, finalizo observando la imagen de la Última Cena de Leonardo da Vinci, una de las pinturas más famosas del mundo. El mural original, creado entre 1495 y 1497, aún se puede contemplar en su primera ubicación, la pared del comedor del antiguo convento de los dominicos de Santa Maria delle Grazie (Piazza Santa Maria delle Grazie, 2). Para poder ver la pintura es necesario reservar las entradas con bastante antelación. Las visitas se realizan en pequeños grupos que entran cada quince minutos, por lo que no se forman grandes aglomeraciones y resulta cómoda de ver. No está permitido realizar fotografías.

Seguramente, en sucesivas ediciones de Mundo Fangio, podremos mencionar más aspectos de nuestra visita a esta espléndida ciudad. Nos quedó en los apuntes más de sus barrios, zonas comerciales, sitios gastronómicos, y otros lugares de interés.

Para más información: Explora S.C.p.A | www.exploratourism.it / Galleria Meravigli 5, 20123 Milano / Tel. +39 02 72628433 | Cell. +39 335 8442988

Guía en español: Valeria De´Benedetti.

ENIT Buenos Aires (va el logo que pase entre las imágenes)

El que gana, paga la fiesta…. (va foto que mande de Restaurante Savini)

En este restaurante ubicado en La Galleria a Vittorio Emanuele II, en 1951 el argentino Juan Manuel Fangio (5 veces campeón mundial de F1) pagó una de las fiestas más caras. Es que había hecho una apuesta con Alberto Ascari en la que el que ganaba el campeonato mundial de F1, pagaba la fiesta y el que perdía, elegía el lugar y los invitados. Fangio se coronó campeón en Barcelona y Ascari eligió el Restaurante Savini e invitó a más de 45 comensales. Unos $ 30.000 de entonces fue la cuenta, aunque Fangio dijo: “fue una de las fiestas que con más gusto pagué”.

Es una buena opción gastronómica dentro de la señorial galería. Los precios son elevados, pero el lugar, único.

DORMIR EN MILAN – HOTEL BRISTOL

La recomendación es este hotel 4 estrellas ubicado a 50 metros de la estación “Milano Centrale” en el corazón de la ciudad. Ideal para estancias superior a cuatro noches, como el caso nuestro que utilizamos Milán como base para movernos hacia diferentes destinos cercanos en tren (Torino, Verona, Venecia, Génova, Mónaco, San Remo, Módena).

De estilo clásico, con esmerada atención, clima familiar y excelente gastronomía el Hotel Bristol es una excelente opción, ya sea para viajes de negocios, turismo o como base en Milán.

Para más información: www.hotelbristolmil.it/spanish

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